Agricultura ecológica

Desde hace décadas, la Unión Europea ha apostado por la sostenibilidad en su política agrícola, promoviendo métodos más respetuosos con el medio ambiente, entre los que destaca la agricultura ecológica. Este modelo de producción se basa en el uso de sustancias y procesos naturales para generar alimentos, fomentando la biodiversidad y reduciendo la contaminación del agua, el aire y el suelo. Sin embargo, pese a la inversión masiva de casi 12.000 millones de euros desde 2014, los resultados parecen no estar a la altura de las expectativas. Un reciente informe del Tribunal de Cuentas Europeo pone en tela de juicio la eficacia de estas ayudas y señala una serie de deficiencias en la estrategia de la UE en este campo, que podrían comprometer la consecución de los ambiciosos objetivos ecológicos del bloque.

La agricultura ecológica en el marco de la UE: un sector en expansión, pero insuficiente

A pesar del significativo crecimiento en la superficie dedicada a la agricultura ecológica, que alcanzó los 17 millones de hectáreas en 2022 (equivalente al 10,5 % de la superficie agrícola total), el sector sigue siendo un mercado nicho. De hecho, su presencia en el mercado alimentario de la UE es limitada, representando menos del 4 % del total. Para alcanzar el objetivo del 25 % de tierras cultivadas ecológicamente para 2030, la adopción de estas prácticas debería duplicarse, una meta que parece inalcanzable dada la falta de coordinación entre los Estados miembros y las deficiencias en la implementación de políticas clave.

Lagunas en la estrategia de la UE

Uno de los puntos más críticos del informe del Tribunal de Cuentas es la falta de visión estratégica a largo plazo. La actual estrategia de la UE para la agricultura ecológica, anclada en la política agrícola común (PAC), adolece de objetivos claros y medibles que permitan evaluar el progreso hacia una mayor adopción de estas prácticas. A esto se suma la ausencia de un marco que contemple el desarrollo del sector más allá de 2030, lo que genera incertidumbre sobre el futuro de la agricultura ecológica en Europa.

Además, los auditores han identificado varias incoherencias en la aplicación de las ayudas de la PAC. Por ejemplo, muchos agricultores pueden recibir fondos de la UE sin cumplir con principios básicos de la agricultura ecológica, como la rotación de cultivos o el bienestar animal. Esta flexibilidad, aunque comprensible en algunos casos, podría estar limitando el impacto positivo de las ayudas, desviando recursos hacia prácticas que no cumplen con los estándares esperados.

Un mercado aún dependiente de las subvenciones

Otro problema que destaca el informe es la dependencia del sector ecológico de las subvenciones europeas. Según Keit Pentus-Rosimannus, miembro del Tribunal responsable de la auditoría, el crecimiento de la agricultura ecológica no puede depender únicamente de la ampliación de la superficie cultivada. Es esencial desarrollar el mercado y fomentar la producción para garantizar un sector dinámico, impulsado por la demanda de los consumidores. De lo contrario, se corre el riesgo de crear un sistema desequilibrado que sobreviva gracias a los fondos de la UE, en lugar de basarse en un mercado robusto y autosuficiente.

Para mitigar esta dependencia, es crucial que las políticas de apoyo a la agricultura ecológica incluyan medidas destinadas a fortalecer el mercado, como la promoción de productos ecológicos, el fomento del consumo y la concienciación de los ciudadanos sobre los beneficios medioambientales y sociales de estos productos. En este sentido, la formación y la educación juegan un papel fundamental para capacitar tanto a agricultores como a consumidores, generando una demanda sólida y un sector competitivo.

La adopción desigual en Europa

Otro de los grandes retos es la adopción desigual de la agricultura ecológica entre los Estados miembros. Mientras que países como Austria han logrado que más del 25 % de su superficie agrícola se cultive de manera ecológica, otros, como los Países Bajos, Polonia, Bulgaria, Irlanda y Malta, apenas superan el 5 %. Esta disparidad refleja no solo las diferencias en las políticas nacionales, sino también la falta de coordinación a nivel europeo para fomentar una adopción más homogénea de las prácticas ecológicas.

Además, algunos Estados miembros han recurrido a prácticas legales que permiten el uso de semillas no ecológicas en cultivos ecológicos, lo que ha generado preocupación sobre la coherencia de las políticas aplicadas. Los auditores también señalaron la ausencia de mecanismos efectivos para medir los beneficios medioambientales que supuestamente genera la agricultura ecológica, lo que complica aún más la evaluación de los avances.

Mirando hacia el futuro: ¿Cómo reconducir la estrategia?

Si la UE quiere cumplir su objetivo de que el 25 % de las tierras agrícolas se cultiven ecológicamente para 2030, es imprescindible que las políticas actuales sean más ambiciosas y estén mejor coordinadas. Esto implica no solo aumentar la superficie cultivada, sino también desarrollar un mercado robusto que sustente al sector a largo plazo.

Es necesario que la UE establezca objetivos claros y medibles que permitan evaluar el progreso y ajustar las políticas en consecuencia. Además, se debe promover una mayor armonización de las políticas a nivel europeo, de manera que todos los Estados miembros trabajen hacia un objetivo común. Finalmente, el desarrollo del mercado y la promoción de los productos ecológicos deben estar en el centro de la estrategia, con el fin de garantizar que el sector no dependa exclusivamente de las subvenciones.

En conclusión, la agricultura ecológica es un pilar fundamental para la sostenibilidad en Europa, pero su crecimiento y consolidación requieren un enfoque más ambicioso, coherente y a largo plazo. Solo así podrá convertirse en una pieza clave para cumplir los objetivos medioambientales y climáticos de la UE.

 

Redacción Ambientum



0 0 votes
Valoración
Suscribir
Notificar de
guest

0 Comentarios
Inline Feedbacks
View all comments