Anoche, la Comunidad Valenciana registró lluvias históricas debido a la DANA que impactó especialmente en el interior de Valencia, afectando a localidades como Chiva, donde se alcanzaron 445 litros por metro cuadrado, una cantidad sin precedentes desde 1996. En Siete Aguas, las precipitaciones superaron los 326 litros por metro cuadrado, lo que provocó el desbordamiento del Barranco del Poyo, afectando a varios municipios como Torrent, Paiporta y Picanya, con evacuaciones y múltiples vehículos arrastrados por el agua. Además, se activó la alerta ES-Alert de Protección Civil en la región para advertir a la población de evitar desplazamientos por la peligrosidad de la situación.
Este fenómeno también obligó a interrumpir servicios de transporte como el AVE entre Valencia y Madrid, así como varias líneas de Cercanías. Las autoridades han indicado que se espera más inestabilidad meteorológica en las próximas horas, por lo que continúa el nivel rojo en varias zonas del litoral valenciano y nivel naranja en otras áreas del interior.
Las lluvias torrenciales causadas por la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) han tenido un impacto devastador en la comunidad Valenciana, con un saldo inicial de 51 fallecidos, hasta el momento de publicar esta noticia, lo que ha llevado a las autoridades a activar un protocolo especial de identificación de víctimas. Estos eventos extremos se están relacionando cada vez más con el cambio climático, ya que el aumento de la temperatura en la atmósfera y los océanos incrementa la humedad y la energía disponibles para fenómenos meteorológicos intensos, según la comunidad científica. Esto plantea desafíos urgentes para las políticas de adaptación climática, sobre todo en áreas de alta vulnerabilidad como el Mediterráneo.
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¿QUÉ ES UNA DANA Y POR QUE RESULTA A VECES TAN PELIGROSA?
La Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), también conocida como “gota fría,” es un fenómeno atmosférico propio de las zonas mediterráneas. Ocurre cuando una masa de aire frío en altura se aísla de las corrientes habituales de la atmósfera y queda rodeada de aire cálido y húmedo. Este contraste térmico provoca una gran inestabilidad, generando fuertes tormentas y precipitaciones intensas en cortos períodos. Aunque las DANAs pueden presentarse en distintas épocas del año, suelen ser más comunes a finales de verano y en otoño, cuando el mar Mediterráneo se encuentra aún cálido, proporcionando un gran aporte de humedad que intensifica las tormentas.
Estos fenómenos son peligrosos debido a la alta cantidad de lluvia acumulada en pocas horas, que fácilmente puede superar la capacidad de drenaje de las infraestructuras y dar lugar a inundaciones repentinas. En áreas urbanas, la acumulación de agua es especialmente peligrosa, ya que los suelos impermeabilizados no permiten la rápida absorción de la lluvia. Además, las DANAs pueden generar vientos fuertes, granizadas y, en ocasiones, tormentas eléctricas severas, lo que aumenta el riesgo de daños materiales y víctimas, como ha sido evidente en el episodio que estamos viviendo en Valencia.
¿SE PUEDE PREVENIR UNA DANA?
Prevenir una DANA en el sentido de impedir que ocurra es imposible, ya que se trata de un fenómeno natural derivado de patrones atmosféricos complejos y difíciles de alterar. Sin embargo, existen métodos para anticipar y mitigar sus efectos a través de un seguimiento meteorológico avanzado. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y otras instituciones emplean modelos de predicción a corto y medio plazo que analizan la inestabilidad atmosférica y permiten prever con cierta antelación cuándo podría generarse una DANA y qué regiones estarían en riesgo
A pesar de no poder evitarse, la planificación urbana y las infraestructuras diseñadas para resistir inundaciones contribuyen significativamente a reducir el impacto de estos eventos extremos. Esto incluye la mejora de sistemas de drenaje en áreas urbanas, la reforestación para reducir la erosión y programas de comunicación que alertan a la población en tiempo real. En última instancia, la adaptación a estos fenómenos requiere tanto de avances en predicción meteorológica como de políticas urbanas y de protección civil que puedan minimizar los riesgos para las comunidades vulnerables
FUTURO METEOROLÓGICO AL QUE NOS ABOCAMOS COMO CONSECUENCIA DIRECTA DEL CAMBIO CLIMÁTICO
El cambio climático está alterando la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, y las DANAs (Depresiones Aisladas en Niveles Altos) no son una excepción. Con el calentamiento global, las temperaturas en la atmósfera y el mar Mediterráneo han ido en aumento, lo que incrementa la cantidad de humedad y energía disponible para que se desarrollen tormentas más intensas. En el caso de las DANAs, esto significa que podríamos enfrentar lluvias torrenciales más frecuentes y severas en el futuro, especialmente en áreas vulnerables como el sureste español. La comunidad científica coincide en que este incremento en las precipitaciones extremas es uno de los efectos esperados de un clima más cálido, lo que plantea desafíos importantes en términos de adaptación.
Además, el aumento de las temperaturas afecta a los patrones atmosféricos que regulan la circulación de aire en la región mediterránea, incrementando la probabilidad de que se formen DANAs más agresivas y extendidas en el tiempo. Estas alteraciones también pueden influir en la estacionalidad del fenómeno, haciendo que las DANAs se produzcan en momentos del año en que tradicionalmente no ocurrían. Para enfrentar este futuro, será crucial invertir en sistemas de alerta temprana y en infraestructuras resilientes, así como promover políticas urbanas y agrícolas adaptadas a un entorno donde las lluvias extremas podrían ser cada vez más comunes.
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