Greenpeace y las plataformas anticementerio nuclear piden al presidente de Castilla y León que salga en defensa de los valores de esta comunidad y se oponga con firmeza al almacén de residuos que promueve el Ministerio de Industria.
Para estas organizaciones, "las millonarias inversiones de la Junta de Castilla y León en sus campañas de defensa y promoción de los valores turísticos y gastronómicos de la comunidad autónoma, corren el riesgo de caer en saco roto, si el cementerio nuclear se instalase finalmente en la región".
Los promotores de esta campaña afirman, en un comunicado, que "Castilla y León es mundialmente conocida por su extraordinaria riqueza natural y su valiosísimo patrimonio histórico y cultural". Además reconocen que "su excelente gastronomía, que refleja el gran potencial agroalimentario de su territorio, goza de sobrado reconocimiento en el exterior. Prueba de ello es la importancia creciente que el turismo cultural, rural, de Naturaleza y gastronómico tienen para la economía de la Comunidad Autónoma".
Un futuro de involución demográfica
Estas organizaciones se han movilizado contra el cementerio nuclear, porque aseguran que "lamentablemente, Castilla y León corre el riesgo de perder este merecido prestigio internacional y pasar a ser más conocida como el cementerio nuclear de España".
Las nuevas formas de turismo, como el rural, cultural, deportivo y de aventura, y gastronómico han convertido a esta comunidad en la primera potencia de turismo de interior. En la actualidad, el turismo es considerado un sector estratégico en Castilla y León, no en vano genera casi el 10% del PIB y más de 50.000 empleos directos.
Además las exportaciones de las industrias agroalimentarias de Castilla y León han alcanzado los 1.064 millones de euros, lo que supone un incremento del 31% en los últimos 5 años. Los vinos, los productos de panadería y galletería y las carnes, entre otros, han liderado este crecimiento.
Para Greenpeace y las plataformas anticementerio nuclear de Castilla y León, el ATC provocará un grave daño a toda Castilla y León, y traerá la muerte económica y social a la comarca donde se instale, ya que alejará cualquier posibilidad de llevar a cabo un desarrollo sano y sostenible en sus pueblos, y expondrá inevitablemente a las personas y al medio ambiente a graves e innecesarios riesgos.
Por último, aseguran que los municipios donde se ubican las instalaciones nucleares han sufrido una involución demográfica y económica en las últimas décadas ya que la energía nuclear no trae riqueza ni a esos municipios ni a los de las comarcas adyacentes.