Científicos españoles han analizado datos de temperatura y salinidad del Mar Mediterráneo occidental entre 1943 y 2000 para estudiar la evolución de dichas variables. Esta investigación demuestra que, al menos desde los años 40, el agua profunda se calienta de forma progresiva y se hace más salina, y que desde los años 90 el proceso se ha acelerado.

Cada año la temperatura de la capa profunda del Mediterráneo occidental aumenta 0,002ºC, y su salinidad, un 0,001 de unidad de salinidad. Estos cambios, aunque mínimos de año en año, se producen de forma continua y constante con una aceleración desde los años 90.

Los resultados son consistentes, “pero para confirmar esta tendencia a la aceleración necesitamos más años de observación”, asegura Manuel Vargas-Yáñez, autor principal del trabajo e investigador en el Centro Oceánico de Málaga del Instituto Español de Oceanografía (IEO).

En el estudio, publicado en el Journal of Geophysical Research, se analizaron la temperatura y salinidad de las tres capas del mar Mediterráneo: la superior (desde la superficie hasta los 150-200 metros con agua que entra del Atlántico), la intermedia (de los 200 a los 600 metros de profundidad con agua del Mediterráneo oriental que entra en la cuenca occidental a través del canal de Sicilia), y la profunda (de los 600 metros al fondo del mar con agua del Mediterráneo occidental).

Datos de temperatura y salinidad

“Estas capas, sobre todo la profunda, ocupan un volumen inmenso, y calentar cada año una milésima su temperatura requiere de una cantidad grandísima de calor”, puntualiza Vargas-Yáñez.

El equipo también ha observado un aumento de la salinidad y del calentamiento de la capa intermedia del mar. En la capa superior no lo han visto de forma clara, “pero podemos inferirlo a partir del calentamiento del agua profunda y de trabajos de otros equipos y nuestras investigaciones en curso”, declara el investigador.

Monitorizar el mar

El equipo de investigación recopiló los datos de temperatura y salinidad a través de la base de datos MEDATLAS (Atlas del Mediterráneo con Datos Oceanográficos), y los de los programas de monitorización del IEO. Se tomaron todos los datos del mar de Alborán, del mar Catalano-Balear, del golfo de León, mar Ligur, mar Tirreno y de la cuenca argelina, entre 1943 y 2000.

“Es preciso apoyar las redes ya existentes y construir otras nuevas para monitorizar el mar. Sólo de esta forma se pueden detectar, de forma fiable y robusta, los cambios que están actuando sobre él”, concluye Vargas-Yáñez.



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