Arrancar las malas hierbas que crecen los márgenes de los monocultivos es una práctica tradicional de la agricultura en todo el mundo. Sin embargo, una iniciativa europea de investigación trata de analizar los beneficios, tanto para la biodiversidad del planeta como para los propios cultivos, de hacer exactamente lo contrario: dedicar ese pequeño porcentaje de las parcelas agrícolas (entre el 2% y el 6% de su superficie) a plantar especies que atraigan a insectos polinizadores, desde abejas y abejorros a moscas.
La "Operación Polinizador", que se puso en marcha en 2009, cuenta con la colaboración del equipo que dirige el investigador del CSIC Alberto Fereres en el Centro de Ciencias Medioambientales (CSIC), en Madrid. Junto a investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid y la compañía Syngenta, trabajan en la finca del CSIC La Poveda, ubicada en Arganda del Rey (Madrid), sobre la selección de las mejores especies de plantas para atraer insectos utiles para el cultivo de cebada. El proyecto en España se completa con trabajos en otras cuatro fincas, donde se estudia el mismo objetivo sobre el olivar, la lechuga y plantas hortícolas.
Para Fereres los objetivos de este trabajo son: "El manejo de los márgenes de los cultivos puede enfocarse como una estrategia para fomentar la presencia de insectos polinizadores en las proximidades del cultivo y favorecer el control biológico de las plagas, al tiempo que se puede recuperar la biodiversidad de fauna y flora de los agrosistemas".
Y Fereres asegura que: "En muchos países como el Reino Unido, la extensión de los monocultivos ha reducido la población de diversos insectos polinizadores. Al erradicar las plantas florales que se acumulan en los márgenes, éstos carecen de alimento y terminan por desaparecer. Este hecho impacta en la biodiversidad de la zona, tanto de fauna y flora pues mucha plantas dependen de ellos para ser fecundadas".
Control biológico de plagas
Además de fomentar la biodiversidad de abejas, moscas o mariquitas y de plantas florales silvestres, el proyecto pretende poner en valor el control de plagas mediante insectos, ya que algunos insectos polinizadores son también enemigos naturales de las plagas agrícolas. "Por ejemplo, la familia de los sírfidos son moscas que requieren polen y néctar para poner madurar sus ovarios y poner huevos. Sus larvas son muy voraces y se alimentan fundamentalmente de pulgones, una plaga muy importante en muchos cultivos", apunta Fereres.
La clave del trabajo, según sus autores, estriba en determinar las mejores plantas para atraer a los polinizadores que supongan un beneficio para cada cultivo. Asimismo, la selección permitirá evitar el fenómeno de las malas hierbas, plantas ajenas al cultivo de rápida expansión y que restan espacio y nutrientes a la superficie agrícola. Por último, los científicos seleccionan las plantas que no atraigan, a su vez, a potenciales nuevas plagas o patógenos para los vegetales cultivados.