Uno de los resultados más recientes de esta línea de investigación ha sido el estudio de la salamandra rabilarga (Chioglossa lusitanica), una especie adaptada al clima atlántico que se encuentra en Portugal y el extremo noroeste español. La investigación se ha llevado a cabo en colaboración con el Centro de Investigação em Biodiversidade e Recursos Genéticos (Cibio) de la Universidad de Oporto. El objetivo era estudiar la sensibilidad de los embriones a los agroquímicos en condiciones aisladas en un laboratorio.
En concreto, los científicos eligieron el nitrato amónico, un fertilizante de uso común, y el glifosato, un herbicida que fue aconsejado por los investigadores portugueses ya que se utiliza en las plantaciones de eucaliptos del país luso en las que es frecuente hallar este tipo de anfibio.
“Los resultados fueron alentadores, porque los embriones no sufrieron daños tóxicos”, afirma Manuel Eloy Ortiz, investigador que ha realizado su tesis doctoral en la Universidad de Salamanca con este trabajo y que ha publicado un artículo al respecto en la revista científica Archives of environmental contamination and toxicology (firmado también por Miguel Lizana, Adolfo Marco y José María Fernández-Benéitez).
Sin estrés
Los experimentos se realizaron en condiciones similares a las que se pueden dar en el medio real, pero esto no quiere decir que los científicos puedan ser optimistas con respecto a los efectos de los agroquímicos. “Se trata de una sola especie y de un sólo momento del desarrollo en unas condiciones en las que no sufren otro tipo de estrés”, señala, puesto que se eligieron huevos recién puestos. Por eso, “sólo tenemos información de una especie, pero los resultados no significa que los productos químicos del campo no le afecten”, apunta.
De hecho, se ha comprobado que en otras especies de anfibios eliminan a cerca del 90% de los individuos en fases larvarias y, en adultos, inhiben su reproducción. Por eso, se piensa que la combinación con otros factores del medio puede ser determinante.