Los últimos datos aseguran que el vertido, altamente corrosivo, y que contiene metales pesados tóxicos como el plomo, el cadmio, el arsénico y el cromo, ha cubierto alrededor de 40 kilómetros cuadrados. También se ha confirmado la muerte de cuatro personas, seis están desaparecidas, y 120 han resultado heridas.
Una de las primeras consecuencias medioambientales se ha producido en el río Marcal, donde, según los expertos, ha desaparecido la práctica totalidad de los peces en los lugares afectados por el vertido. Y no se descarta que el barro tóxico alcance los ríos Raba y Danubio.
Primeras medidas
En primer lugar hay que recoger el lodo tóxico, para neutralizar y reducir el daño antes de que llegue al Danubio, ya que se prevé que el desastre lo alcance en unos cinco días. Por eso, para evitar que la sustancia tóxica se extienda han comenzado a arrojar desde helicópteros yeso, así como diferentes productos neutralizadores al río Marcal.
"Este es un incidente sin precedentes que afecta profundamente el ecosistema, los humedales y los ríos de la región, así como señalar la fragilidad de nuestras reservas de agua potable", dijo Gabor Figeczky, el CO Adjunto de WWF-Hungría.
Para las comunidades cercanas al Danubio, el derrame ha reavivado los recuerdos del derrame de cianuro de Baia Mare producido en el 2000 en Rumania, cuando un muro de contención de una planta de procesamiento de oro, lanzó una ola de cianuro y metales pesados que afectó a Rumanía, Hungría, Serbia y Bulgaria, matando a los peces y otros animales salvajes, además de envenenar el agua potable.
De la información hecha pública se desprende que si el desastre no hubiera ocurrido en otra época el lodo no sería una amenaza directa al río Danubio, pero en Hungría se encuentran en medio de la temporada de lluvias y esto podría significar que los lodos se extienden más rápido, por lo que es inevitable que lleguen al Danubio. Si este gran río se viera afectado el lodo tóxico alcanzaría otros países como Croacia, Bulgaria y Rumanía.
