El sistema de comercio de emisiones de la Unión Europea, el Régimen Comunitario de Comercio de Derechos de Emisión de Gases de Efecto Invernadero, es el principal instrumento político para la reducción de emisiones en los sectores industrial y energético. Los nuevos informes de Amigos de la Tierra Europa muestran que este sistema no es capaz de alcanzar las reducciones necesarias que exigen la ciencia y la responsabilidad histórica de Europa.
Brook Riley, experto en cambio climático de Amigos de la Tierra Europa, señala que "la obsesión por el comercio de carbono bloquea las acciones realistas contra el cambio climático, como la regulación, las inversiones o la fiscalidad. El Consejo de Ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea debe promover la reducción interna de emisiones en al menos un 40% para 2020".
Mecanismo de Desarrollo Limpio de Naciones Unidas
Según la Comisión Europea, en la fase actual del sistema europeo de comercio de emisiones (2008-2012), diecisiete estados miembros han conseguido un tope a sus emisiones mayor que los valores de 2005, por lo que podrán emitir más en los próximos años. También existen agujeros legales en la compra de créditos a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio de Naciones Unidas, que permite a las empresas evitar reducciones internas, mientras que los proyectos que financian en los países empobrecidos fracasan frecuentemente a la hora de reducir las emisiones, además de causar problemas sociales y ambientales.
La intención de la UE de aumentar el uso del comercio de carbono complementándolo con otros sistemas de comercio, como los de los países asiáticos, multiplicará los problemas del sistema de comercio de emisiones. Los mercados de carbono no pueden sustituir ni los objetivos legalmente vinculantes derivados de un acuerdo internacional, ni la financiación justa para los países empobrecidos.
Alejandro González, responsable de cambio climático y energía de Amigos de la Tierra advierte además sobre el uso de mecanismos financieros complejos que pueden conllevar la creación de una "burbuja especulativa de carbono", que tendría consecuencias económicas y ambientales muy superiores a la anterior crisis financiera.