Un estudio realizado por el Programa Mundial sobre Especies Invasoras (GISP) con el apoyo de sus miembros, CABI, UICN y TNC, y financiación del Banco Mundial, define los vínculos que existen entre las especies invasoras y el cambio climático y qué se debe hacer para atenuar su impacto.
Dúo mortal
El informe, titulado Especies invasoras, cambio climático y adaptación basada en los ecosistemas: cómo responder a los motores múltiples del cambio climático, insta a los gobiernos a integrar la prevención y el manejo de las especies invasoras en sus acciones de respuesta al cambio climático. En el plano político, las especies invasoras y el cambio climático se han tratado esencialmente por separado.
"Los peligros que plantea el dúo mortal no pueden ser sobreestimados", explica Sarah Simons, directora ejecutiva del GISP. "Cada motor constituye una gran amenaza para la biodiversidad y los medios de subsistencia humanos, pero los datos más recientes indican que el cambio climático agrava los efectos de por sí devastadores de las especies invasoras, creando una espiral de destrucción que tiene consecuencias cada vez más graves."
Se estima que los perjuicios causados por las especies invasoras suman más de 1,4 billones de dólares cada año, es decir el 5% de la economía mundial. Las pérdidas económicas causadas por el cambio climático mundial se calculan también en aproximadamente un 5% del PIB anual.
"En el campo de la investigación y la política, ya se presta atención significativa al cambio climático", señala Bill Jackson, director general adjunto de la UICN, "pero este informe muestra que es preciso profundizar más por lo que hace a las interacciones entre el cambio climático y las especies invasoras. Los costes económicos de la inacción serían de tal magnitud que ello por sí sólo debería incitar a los decisores políticos a tomar medidas urgentemente."
Contrarrestar las especies invasoras
La fiebre catarral ovina o lengua azul, una enfermedad del ganado que en 2007 solamente costó más de 200 millones de dólares a la economía mundial; Miconia calvescens, una planta invasora que, combinada con fuertes lluvias, agrava el riesgo de deslizamiento de tierras; y el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, del que se sospecha ha contribuido a una extinción masiva de especies de anfibios, principalmente tropicales, son algunos ejemplos de la interacción entre especies invasoras y cambio climático.
"Afortunadamente, ya conocemos muchas de las medidas a tomar para contrarrestar la amenaza que plantean las especies invasoras a importantes servicios ecosistémicos, como el control de la erosión y el suministro de agua dulce", dice Stas Burgiel, Director de Políticas del GISP y autor principal del informe. "Los enfoques ecosistémicos no apuntan sólo a salvar los ecosistemas, sino más bien a utilizarlos para ayudar a "salvar" a los seres humanos y los recursos de que dependemos."
El GISP insta a los delegados a la reunión del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, que se celebra actualmente en Nagoya, Japón, a tener en cuenta la acción combinada del "dúo mortal" como motor del cambio planetario.