Un equipo de investigadores de la Estación Biológica de Doñana, instituto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Sevilla y la Universidad de Oviedo, ha comprobado que los renacuajos de rana común -el anfibio más extendido de los once presentes en el Espacio Natural de Doñana- no han desarrollado aún mecanismos que les permitan defenderse o evitar los ataques de uno de sus depredadores más recientes, el cangrejo rojo americano, especie invasora ampliamente extendida en la región.
Con frecuencia las especies cuentan con mecanismos de defensa, desarrollados a lo largo de una prolongada historia evolutiva conjunta, para evitar, o al menos atenuar, los ataques de sus depredadores autóctonos. No obstante, esas defensas pueden no activarse o resultar ineficaces contra depredadores invasores introducidos recientemente por el hombre. Este es el caso de la rana común (Pelophylax perezi) en el Espacio Natural de Doñana. Los renacuajos de esta especie experimentan cambios fenotípicos, como por ejemplo desarrollar una cola más alta y más fuertemente pigmentada y reducir su actividad, cuando se encuentran frente a la presencia de las larvas de libélula, sus depredadores habituales.
No obstante, el equipo de investigadores, conformado por Carmen Díaz Paniagua e Iván Gómez Mestre, han comprobado que los renacuajos no detectan señales químicas de alerta frente a la presencia de un depredador invasor introducido en el Espacio Natural en 1974, el cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii). "En las zonas donde coexisten el cangrejo y la rana se evidencia un menor número de individuos de ranas, es decir, parece que se están viendo muy afectadas", afirma Carmén Díaz Paniagua, quien aclara que "es difícil saberlo con exactitud porque no existe un censo de anfibios, esta tarea es muy complicada de realizar".
Los anfibios, principales víctimas
Enfatizan los investigadores que en los últimos tiempos las especies invasoras se han convertido en una de las mayores amenazas a la biodiversidad del planeta, justamente por los impactos que causan sobre las especies autóctonas. En el específico caso de los anfibios, las especies invasoras constituyen uno de los principales factores que han contribuido a su declive a escala global. Uno de los temas a los que se han abocado los grupos de científicos en todo el mundo es determinar el período de tiempo marco necesario para que una especie de anfibio pueda adaptarse a la presencia de nuevos depredadores y desarrollar cambios fenotípicos que les permitan defenderse.
El equipo comparó dos grupos de renacuajos de la misma especie de rana en diferentes entornos de Doñana. Por una parte, aquellos que se localizan en zonas con probada presencia de cangrejo rojo americano; y por otra parte los que se localizan en zonas de Doñana dónde aún no se ha expandido la especie invasora. Ningún grupo experimentó cambios en su forma o pigmentación cuando se les sometió artificialmente a la presencia del nuevo depredador. Todo indica que 30 años de convivencia junto al cangrejo rojo americano no han sido suficientes para que los renacuajos de rana puedan detectar las señales químicas que les adviertan de la presencia de los nuevos depredadores.
La investigación suma experiencias a favor de la hipótesis de que los anfibios necesitan más tiempo para adaptarse a la presencia de espacies nuevas. Otros estudios, consultados por los investigadores, han determinado, por ejemplo, que la especie de rana toro introducida en el Pacífico necesitó alrededor de 110 años para desarrollar cambios fenotípicos de defensa ante la presencia de nuevos depredadores. Por otra parte, ya se han detectado cambios en el sapo partero de Mallorca frente a la presencia de la culebra viperina, introducida en la isla hace unos 2000 años.