Esta tarea se ha realizado durante varios meses hasta la instalación de 30 estaciones microsísmicas de gran precisión para la recogida de datos y registro capaz de detectar microterremotos que tienen lugar en el subsuelo.
La red de detección de terremotos está compuesta por estaciones que funcionan con energía solar y constan de sensores enterrados a dos metros de profundidad capaces de medir los movimientos en tres dimensiones y enviar señales a los detectores, lo que supone tener medidas de magnitudes de los movimientos que se producen en el subsuelo.
En la fase inicial se están tomando mediciones de las vibraciones naturales del subsuelo o "ruido sísmico" que posteriormente servirán para realizar las investigaciones de inyección de CO2. Además, esta red es capaz de detectar los movimientos sísmicos producidos en todo el mundo de cierta magnitud como el ocurrido en Japón hace un mes, así como sus continuas réplicas.
Los técnicos de CIUDEN han instalado otros detectores para registrar otras variables del terreno, como la presencia natural de CO2 en el aire, la disposición y composición de las capas de roca profundas, el campo gravitatorio, eléctrico y magnético natural, entre otras.
Las obras en la Planta de Desarrollo Tecnológico de Almacenamiento Geológico de CO2 de Hontomín comenzarán a principios de 2012 y se prevé que la instalación entre en funcionamiento a partir de 2013. Hasta entonces, los científicos y especialistas de CIUDEN y los centros de investigación y universidades colaboradoras seguirán trabajando en la zona para tomar datos de las características naturales y poder contrastarlas con los datos registrados una vez que comience la inyección.
Planta de Inyección en Suelos de CO2 (PISCO2)
Por otra parte, en el entorno del Centro de Desarrollo Tecnológico de Captura de CO2 de Cubillos del Sil han comenzado las obras de la Planta de Inyección en Suelos de CO2 (PISCO2), instalación que estará terminada en noviembre y que será de utilidad para el estudio de bioindicadores sensibles al CO2.
En concreto, las obras que han comenzado subdividirán en 18 celdas independientes el terreno de la Planta. Estas celdas se rellenarán con suelos procedentes de distintos lugares, incluyendo especies vegetales y microorganismos, donde se introducirá CO2 a través de tuberías microperforadas situadas entre 1 y 2 metros de profundidad.
Entre las múltiples aplicaciones de esta singular instalación, están el análisis biogeoquímico del efecto de este gas en el suelo, calibrado de aparatos de medición o el desarrollo de técnicas de mejora del rendimiento de la producción agrícola.
La Planta de Inyección en Suelos de CO2 (PISCO2) es un referente para los estudios de especialistas de centros de investigación y universidades de otras partes del mundo. Los datos extraídos de esta instalación servirán para aplicarlos en la Planta de Desarrollo Tecnológico de Almacenamiento Geológico de CO2 de Hontomín.