La presencia de estos coleópteros en Europa parece estar más influida por aquella glaciación que por el actual clima.

El estudio, publicado en la revista Ecology Letters, ha analizado la riqueza de especies y la estructura de sus comunidades a lo largo de las diferentes regiones que componen el territorio europeo, desde los Montes Urales hasta la Península Ibérica. La selección de esta familia de insectos se debe a su gran capacidad de dispersión y a que sus fuentes de alimento (principalmente heces de vacuno y ovino) están presentes en todo el continente.

Los escarabeidos, además, son insectos de origen tropical que no pueden sobrevivir por debajo de los 0° C de temperatura media anual, “por lo que cabe esperar que su presencia disminuya gradualmente hacia el norte, según baja la temperatura”, comenta el investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales, del CSIC, Joaquín Hortal. Sin embargo, los análisis de la relación entre la magnitud del cambio climático desde la última glaciación y la distribución de los escarabeidos reflejan que estos insectos no se distribuyen homogéneamente según este gradiente, sino que muestran dos patrones diferentes, uno al norte y otro al sur. Hortal afirma: “La frontera que delimita ambas zonas es prácticamente similar a la que marcó el límite de 0° C durante la época de la última glaciación”.

Aunque la riqueza de especies de escarabeidos es efectivamente menor al norte que al sur, hay otras dos características de su distribución que se explican bajo la hipótesis de la influencia de la última gran glaciación.

La primera se basa en las especies presentes a lo largo del territorio. Los datos demuestran que todas las variedades de escarabeidos que habitan el norte del territorio por encima de la frontera de los 0° C establecida en la glaciación, lo hacen también en el sur, y no existe ninguna especie exclusiva del área más septentrional.

Según Hortal, “se trata de un efecto de la dificultad de adaptarse a climas glaciares que aún perdura, puesto que el norte no conserva especies propias adaptadas únicamente al frío”.

Esta característica concuerda con la segunda observación, basada en la antigüedad de las variedades presentes en cada zona. Los resultados del estudio reflejan que las especies que han logrado recolonizar el norte son, además, las que más han evolucionado recientemente. “Aunque su adaptación al frío comienza antes de la última glaciación, estas variedades pertenecen a las ramas filogenéticas más nuevas de los escarabeidos”, opina el investigador del CSIC.

Influencia conjunta

La distribución actual de los escarabeidos en Europa demuestra, por tanto, que mantiene cierta influencia de la última gran glaciación. Según Hortal, “no se trata de que el clima actual no afecte a la biodiversidad, sino que hasta ahora el impacto de cambios climáticos pasados estaba escondido bajo los efectos de las condiciones actuales”. El motivo de que no se hayan detectado hasta ahora es que ambos provocan efectos parecidos, es decir, menos presencia de escarabeidos al norte de Europa. El investigador del CSIC opina: “Los patrones de biodiversidad contemporáneos son, por tanto, una mezcla de los efectos climáticos del pasado, de las condiciones actuales y de la historia evolutiva de las especies”.

Los resultados de esta investigación ponen de manifiesto que las consecuencias de los grandes cambios climáticos se siguen manifestando muy a largo plazo. Según Hortal, “este trabajo debe ser tenido en cuenta a la hora de analizar y prever las consecuencias del actual calentamiento global que sufre la Tierra”. El investigador concluye: “Si la temperatura sigue aumentando, vamos a dar lugar a climas nunca vistos en este planeta y no sabemos qué especies, tanto animales como vegetales, serán capaces de adaptarse a ellos; de hecho, es posible que muchas de ellas no consigan habitar en esos nuevos climas”.



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