La "solución" a la crisis energética mundial ya tiene nombre: biorrefinería multifuncional. A primera vista, no parece gran cosa, pero la utilización de la patente ya se la rifan en países como China, Brasil, México, Marruecos o Chile.
La idea de obtener todo tipo de combustibles de manera eficiente a partir de casi cualquier cultivo o deshecho tiene su origen en Zamora, donde una empresa, GCE Bio Energy, ya ha obtenido el visto bueno del Ministerio de Industria y del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas del Ministerio de Ciencias e Innovación para llevar adelante el proyecto.
Vicente Merino, el ingeniero responsable del diseño de la biorrefinería, defiende las virtudes de su proyecto. "Se trata de una instalación multifuncional en la que se pueden producir todo tipo de biocombustibles (etanol, metanol, biogás, biodiesel,..), piensos, bioplásticos, bioabonos, fertilizantes, anestésicos, resinas, pinturas y anticongelantes a partir, fundamentalmente, de la remolacha alcoholígena".
La biorrefinería podría funcionar casi con cualquier cultivo en casi cualquier lugar del mundo, dado que lo mismo podría producir biocombustibles a partir de caña de azúcar que de cortezas de árbol o rastrojos. La gran ventaja del proyecto presentado por GCE Bio Energy es la posibilidad de hacer funcionar su refinería con materias primas no alimentarias.
En Castilla y León, explica Merino, la idea es hacer funcionar la biorrefinería con remolacha alcoholígena, una variedad poco conocida pero muy rentable y que supondría la salvación del sector remolachero regional. Según este ingeniero, la introducción de este cultivo como materia prima de la producción de biocombustibles sólo tendría ventajas. "Tiene unos rendimientos por hectárea doce veces más altos que el cereal y cuatro más que el trigo, por lo que su utilización supondría un impulso para el sector remolachero regional y como no harían falta tantas hectáreas dejaría sitio para la utilización de las tierras para cultivos alimentarios que ahora son deficitarios".
La apuesta de GCE Bio Engergy no es precisamente barata, puesto que serían necesarios 80 millones de euros para reconvertir una azucarera actual en una biorrefinería multifuncional y más de 130 para hacer una de estas instalaciones partiendo de cero. "En dos años podrían estar funcionado, produciendo biocombustibles a partir de cultivos no alimentarios y solucionando de paso la crisis del sector remolachero regional". Las ventajas parecen no terminar. "Cada planta generaría 120 puestos de trabajo directos y varios miles indirectos", señala Vicente Merino.
La idea, señala José Fernández, presidente de GCE Bio Energy, es aprovechar la actual crisis energética provocada por los altos precios que alcanza el petróleo, para introducir biocombustibles sin competir con el canal alimentario. En Castilla y León, dice Fernández, "se evitaría el cierre de las azucareras y, sobre todo, se rompería con la moda actual de producir biocumbustibles a partir de cereal, una solución que se ha demostrado poco eficiente y que ha degenerado en una crisis alimentaria sin precedentes".
El presidente de la empresa GCE Bio Energy está convencido de que éste es "el momento de hacer algo diferente". Hace treinta años, señala, nadie se planteaba la posibilidad de hacer un uso generalizado de la energía solar, ahora está en todas partes. "Con esto pasa lo mismo, nadie pensó nunca en un barril de petróleo a 200 dólares y es preciso encontrar combustibles abundantes y baratos de manera urgente".