En el fondo del Mar Mediterráneo, el erizo de mar (Paracentrotus lividus) se encuentra inmerso en una lucha por su supervivencia por la invasión de especies exóticas marinas que se expanden rápido por su hábitat y ponen en peligro su biodiversidad.

Pese a que esta humilde criatura emplea todas sus energías en combatir estas especies depredadoras, principalmente macroalgas, su capacidad para sobreponerse a ellas es limitada. Esta lucha ha sido objeto de un nuevo estudio financiado por la Unión Europea y publicado en la revista Biological Invasions que investiga estos herbívoros autóctonos y su resistencia ante invasiones biológicas en el Mediterráneo.

El estudio, financiado en parte por una beca de investigación Marie Curie al amparo del área temática de Movilidad del Sexto Programa Marco (6PM), halló que los erizos de mar sólo podrían luchar contra los efectos de la invasión de macroalgas en una fase inicial o cuando las densidades de algas son muy bajas.

“Al cabo de siete meses de experimento se comprobó que la depredación de los herbívoros no tenía ningún efecto una vez Caulerpa racemosa estaba completamente establecida, pero sí limitaba su establecimiento en estadios incipientes de la invasión”, declaró Emma Cebrián, autora principal del estudio.

Según explicó, en el caso de Lophocladia lallemandii, los erizos fueron capaces de limitar los incrementos estacionales del alga: “Como el consumo directo de esta especie por parte de los erizos es muy bajo, su disminución se debió más bien a la disminución de otras especies nativas (consumidas por los erizos) y que sirven de sustrato al alga”.

La investigación demuestra que, aunque altas densidades de erizos pueden limitar el establecimiento de algas invasoras, estos no pueden ejercer ningún control en zonas altamente invadidas.

A través del experimento, los investigadores compararon la proporción de algas invasoras disponible en el medio y la realmente consumida. Según observaron, los erizos no consumen las invasoras en función de la disponibilidad, sino que tienen preferencias.

A pesar de que las dos especies de algas invasoras son muy abundantes en el medio, Lophocladia lallemandii fue muy poco consumida, mientras que los erizos mostraron cierta preferencia por el consumo de Caulerpa racemosa.

Para comprobar si el consumo de los erizos podía controlar la invasión de ambas especies, el equipo de investigadores introdujo erizos en alta densidad en jaulas y siguieron la evolución de las algas invasoras.

Las jaulas se instalaron en zonas completamente invadidas por C. racemosa, en zonas donde aún era muy rara y donde L. lallemandii era muy abundante.

“Los erizos sólo controlaron la expansión de C. racemosa en las jaulas instaladas donde la invasión era aún incipiente”, recalcó Cebrián. El equipo de investigación considera de sumo interés el estudio de los posibles mecanismos de control de las invasiones de estas especies exóticas, lo cual redundaría positivamente en la biodiversidad del Mediterráneo.



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