En la revista PLoS ONE se ha publicado un artículo al respecto según el cual los cambios evolutivos observados se deben a otros factores selectivos tales como la presión depredadora, y además que este hallazgo servirá de referencia para futuros estudios sobre los cambios evolutivos.
Este experimento público y masivo, realizado en 2009 a través de Internet y denominado proyecto Evolution MegaLab, tenía la finalidad de aplicar la teoría darwiniana. Coincidiendo con el segundo centenario del nacimiento de Charles Darwin, los socios del proyecto digitalizaron más de 8.000 muestras históricas procedentes de las islas británicas y de la Europa continental y además realizaron más de 7.600 observaciones nuevas.
Los investigadores compararon datos obtenidos principalmente entre 1950 y 1990 con las muestras recogidas por las personas participantes, cuyas observaciones han sido objeto de interpretaciones personalizadas en sus idiomas respectivos. Una porción considerable de las muestras procedía de las décadas de 1960 y 1970.
Se había postulado que, para protegerse frente al calor de la radiación solar, los caparazones de los caracoles se habrían vuelto más ligeros. Sin embargo, según las indagaciones, esto sólo se cumplía en caracoles recogidos en hábitats de dunas arenosas. Esto puede deberse a la dificultad añadida a la que se enfrentan estos caracoles por la falta de refugio en el que protegerse del sol. Pero también se observaron cambios evolutivos que depararon sorpresas; concretamente, se observó un número creciente de caracoles cuyos caparazones presentan una única franja oscura con forma espiral.
Los investigadores carecen de una explicación concluyente de esta característica, pero descartan que sea consecuencia del cambio climático. En su opinión, este rasgo podría deberse a una disminución de la depredación por parte de aves, o quizás a un cambio menor en el entorno. En cualquier caso, destacan la necesidad de indagar más a fondo en la causa de este proceso.
“Se descubrió la persistencia de una clina geográfica ya conocida en la frecuencia del fenotipo asociado a una coloración con el mayor albedo (amarillo), y también se confirmó una diferencia en la frecuencia del color entre zonas boscosas y hábitats más abiertos, pero no se ha producido un incremento general en la frecuencia de caparazones amarillos”, indican los autores.
"Puede deberse a que los caracoles se hayan adaptado a un calentamiento climático mediante una termorregulación en su conducta. En contraste, observamos una disminución inesperada en la frecuencia de caparazones sin franja y un incremento de la variante con una franja media. Ninguno de estos cambios evolutivos parece ser una respuesta directa al cambio climático, lo que apunta a la influencia de otros factores de selección, debidos quizás a una variación en la presión depredadora y en los hábitats con consecuencias en el microclima”.
En alusión a este estudio, su autor principal y creador del Evolution MegaLab, el profesor Jonathan Silvertown declaró: “Este es uno de los mayores estudios evolutivos realizados hasta la fecha. Por medio de una observación en masa pretendíamos ofrecer al público en general, incluidas familias y niños en edad escolar, la oportunidad de hacer ciencia de verdad y de experimentar por sí mismos la diversión y la emoción de realizar descubrimientos. De eso se trata en la ciencia: de obtener resultados inesperados”.
En opinión de Silvertown, del Departamento de Ecología de la Open University: “Además estos resultados ponen de manifiesto la capacidad que se alcanza al reunir a mucha gente de cara a una colaboración. Estos datos servirán de referencia para futuros estudios sobre el cambio evolutivo”.
Aparte de Evolution MegaLab, la Universidad Abierta del Reino Unido tiene en marcha varios otros proyectos científicos en los que se cuenta con la participación ciudadana. Hace dos años puso en marcha Creative Climate, un diario mundial cuya finalidad era mostrar la manera en que los seres humanos responden ante el cambio climático. Se anima a todo el mundo a publicar en el diario, y el proyecto ya está dando frutos gracias a los cientos de entradas realizadas por personas de todo el planeta.
En el estudio participaron científicos de Austria, Canadá, Estonia, Francia, Alemania, Hungría, Italia, Letonia, Países Bajos, Polonia, Portugal, España, Suiza y Reino Unido.