Para ello han publicado el libro “Biota litoral y vigilancia ambiental en las Áreas Marinas Protegidas”, manual de buceo ambiental de pistas y pautas para detectar alteraciones ambientales en el medio marino, orientado a buceadores deportivos, científicos y profesionales. El siguiente paso, tras la consolidación de esta herramienta, será el ensayo directo con clubes de buceo en el que aficionados “no científicos” pongan de relieve las fortalezas y debilidades del método y promover así, con posterioridad, la primera red de vigilancia del estado ambiental de nuestras costas, poniendo especial énfasis en especies bioindicadoras que pueden proveer de información ambiental fiable.
El catedrático de Biología Marina de la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla, académico de la International Academy of Underwater Sciences and Techniques y Vicepresidente de la Fundación Migres, José Carlos García-Gómez, resalta que el principal objetivo “es conseguir que la sociedad también participe en los estudios científicos poniendo a su disposición una herramienta participativa, clara y sencilla de utilizar, mediante la cual cualquier aficionado al buceo pueda dar la voz de alarma tan pronto detecte alguna anomalía en el mundo submarino”. Posteriormente, los expertos se encargarán de diagnosticar el problema y comunicarlo a la autoridad competente en cada caso.
Debido a la inmensidad del espacio acuático, estos expertos se centran en la observación de especies del fondo marino que viven fijas al sustrato adosadas a rocas o sobre otros organismos del fondo marino, “ya que al no poder desplazarse en su estado adulto pueden ser muy buenos indicadores medioambientales, a la vez que centinelas permanentes de su entorno”, apunta el profesor García-Gómez, también director del Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla.
Mediante el buceo científico se obtienen muestras de forma no invasiva, primero se toma la fotografía y luego se estudia la imagen en el ordenador, sin alterar el medio natural. La metodología a ultimar permitirá distinguir situaciones normales de las que no lo son.
El aficionado a este deporte aprende, además de interactuar de una manera fascinante con el medio marino y entrar en contacto con el ecosistema, a descubrir si se están introduciendo especies invasoras, si ha evolucionado o no positivamente el medio o si pudiera haber o no contaminación, ya que los animales ejercen de espejo de las situaciones de cambio.
“Es una línea de investigación muy motivadora para gente no científica e incluso para personas con formación académica limitada, pero que se preocupa por la conservación medioambiental. Además de hacer partícipe a la sociedad en los conocimientos científicos más complejos, estimula a los aficionados del buceo a practicar este deporte de forma diferente”, destaca García-Gómez. “Se pretende que la mayor parte de los ojos humanos que pueden observar el mar bajo su superficie se impliquen en la conservación marina, pues son muy pocos los científicos que se sumergen en relación a la extraordinaria extensión de los fondos litorales del mundo”, añade.
Los estudios preliminares a esta iniciativa han sido premiados recientemente, junto a otros méritos relevantes, con el Golden Trident 2011 a la Investigación Científica Submarina concedido por la International Academy of Underwater Sciencies and Techniques.