El injerto es una de las técnicas agrícolas más empleadas en el cultivo hortícola, sobre todo en zonas áridas, de alta salinidad y con condiciones de cultivo extremas, como es el caso de Almería. Esta técnica, cuya implantación se remonta a los primeros años del siglo XX, ayuda a los cultivos en los que se aplica a reducir el uso de fitosanitarios y desinfectantes de suelo, a recuperar el cultivo para el caso de las cucurbitáceas, y por supuesto, a incrementar la producción final de las plantaciones.
La principal razón del uso de la técnica del injerto en hortícolas es la longitud del ciclo del cultivo, a pesar de sufrir unas condiciones climatológicas extremas y unas malas condiciones del terreno de cultivo. Con el empleo de portainjertos, el agricultor consigue que la potencia radicular de las plantas injertadas consiga más agua y nutrientes de una manera más efectiva, resistiendo al mismo tiempo contra los mencionados patógenos de suelo sin perjudicar al medio ambiente. Además, gracias al injerto, los cultivos pueden resistir determinadas enfermedades comunes de suelo, en su mayoría causadas por hongos patógenos (Fusariosis, Pythium, complejo de hongos responsables del colapso de la planta).
En este sentido, en la mayoría de regiones hortícolas de todo el mundo, la aparición de enfermedades causadas por agentes del suelo y el uso más restrictivo de los fitosanitarios hace que la utilización de esta mejora agronómica sea necesaria, ya que proporciona cultivos sanos y rentables.
Proceso de injertado
La técnica más usada en el proceso de injertado es el empalme japonés, una técnica que requiere una programación muy buena y unas condiciones óptimas para el proceso de injerto.
Para obtener una planta injertada de buena calidad, es necesario conocer muy bien el portainjerto y la variedad a injertar (injerto) y, además, se requiere una planificación muy buena de la siembra, adelantando la siembra del patrón con respecto a la variedad o injerto. Es importante que la unión del injerto se realice cuando, tanto el patrón como el injerto, tengan una sección similar de tallo.
El proceso del injerto consiste en hacer un corte en bisel en el tallo del portainjerto, generalmente debajo de los dos cotiledones. A continuación se corta la raíz del injerto y se hace un corte en bisel que coincide con el corte del portainjerto para, finalmente, unir las dos partes mediante una pinza de silicona. Después las plantas se llevan a la cámara de injerto con unas condiciones climáticas óptimas de temperatura (24-26ºC), humedad (90-96%) e iluminación total.
Se quedarán en esta cámara entre 7 y 9 días, durante los cuales hay que bajar progresivamente la humedad a partir del tercer o cuarto día. De allí pasan primero a una zona de aclimatación con malla de sombreo o dispositivo similar y luego al invernadero. El tiempo que transcurre desde la siembra hasta que la planta injertada esté lista para plantar puede variar entre 45 días en verano y 60 días en invierno.
Datos del sector
Las principales especies hortícolas injertadas son solanáceas (pimiento, tomate y berenjena) y cucurbitáceas (melón, sandía y pepino).
Actualmente, la hortícola que más se injerta en España es el cultivo de la sandía, seguido por el tomate. Sin embargo, últimamente también está perfeccionándose esta técnica en cultivos como la berenjena, el pepino o el pimiento.
En el mercado español existe, a día de hoy, una gama completa de variedades de portainjertos que permiten al agricultor cultivar en terrenos muy fatigados, alargar el ciclo de cultivo y disminuir notablemente los problemas de enfermedades.
El desarrollo de nuevas variedades solo es posible con una inversión continua en los programas de investigación, algo que aumenta cuando hablamos de una técnica relativamente nueva como son los portainjertos. Actualmente en España, las empresas obtentoras cuentan con unos 35 centros de I+D a los que destinan 46,8 millones de euros anuales para investigación.
El sector hortícola, en el que se emplea cada vez más la técnica del injerto, constituye una parte fundamental de la producción agrícola, con un valor anual cercano a los 7.000 millones de euros, convirtiendo a nuestro país en el primer exportador mundial.
La técnica del injerto permite a los agricultores aumentar sus producciones de forma sostenible, combatiendo los desafíos agrícolas y aumentando la rentabilidad de sus explotaciones.