Las plantas herbáceas y los árboles difieren de forma fundamental en la manera en que responden ante la temperatura, el abastecimiento de CO2 y los incendios, y se encuentran en competencia permanente por dominar las sabanas. Hasta ahora se habían producido alternancias en su predominio a lo largo de períodos históricos muy prolongados, pero la actual ola de cambios atmosféricos ha acelerado la frecuencia de la alternancia.
Una vez se rebasa cierto umbral crítico de concentración de CO2, las sabanas experimentan una disminución en la cantidad de herbáceas y se asemejan más a bosques. No obstante, cada sabana posee su propio umbral crítico, por lo que esta transformación se produce en momentos diferentes. Gracias a ello es menor el riesgo de que en estos ecosistemas se produzcan alteraciones drásticas de forma simultánea.
Pese a que la mayoría de estudios experimentales han mostrado que las plantas no tienen una respuesta muy acentuada a la fertilización por CO2, Higgins señaló que casi todos esos estudios versaron sobre ecosistemas nórdicos o se centraron en especies con valor comercial. Según él, hasta ahora “sólo un estudio experimental ha indagado en la respuesta previsible de las plantas de la sabana ante cambios en las concentraciones de CO2". Ese estudio mostró que, esencialmente, los árboles de las sabanas no contaban con suficiente CO2 en la era preindustrial, y que su crecimiento vegetativo se acentuó cuando este gas alcanzó las concentraciones actuales”.
Las modificaciones del panorama vegetal previstas por este estudio podrían describirse como “cambios catastróficos de régimen” que pueden producirse a raíz de alteraciones leves en los factores que regulan el sistema. Estas alteraciones leves desencadenan una cascada de fenómenos que se refuerzan entre sí y propician una transformación cada vez más rápida del sistema. El estudio ha permitido demostrar que las sabanas en conjunto presentan síntomas de estos cambios catastróficos del régimen.
En palabras de Higgins: “Las probabilidades de que se produzcan cambios de régimen en una formación vegetal que abarca extensiones tan vastas son la razón de que los estudiosos de los sistemas terrestres estén prestando mayor atención a las sabanas”.
Gracias a este estudio se descubrió que aquellas zonas en las que la subida de las temperaturas asociada al cambio climático se produce con rapidez (por ejemplo en la zona central del África meridional) tienen más probabilidades de transformarse en bosque de manera más tardía, ya que la elevada tasa de aumento térmico permite a las herbáceas de las sabanas conservar su competitividad durante más tiempo ante la subida de la concentración de CO2 atmosférico. Esto significa que, aunque un paraje concreto experimente un “cambio catastrófico de régimen”, el cambio de la vegetación en el conjunto de una gran región no será tan extremo. Estas transiciones graduales en los patrones vegetales regionales mitigarán el riesgo de que el sistema terrestre sufra sacudidas.
Higgins resaltó que, aunque tales tendencias puedan parecer tranquilizadoras, no dejan de ser muy rápidas si se sopesan con las escalas de tiempo geológico en mente.