Los símbolos sirven para fijar de manera gráfica el inicio y el final de una etapa. La bandera soviética en el Reichstag explica mejor que mil palabras có- mo acabó la segunda guerra mundial. Sin tanta trascendencia para la humanidad, Catalunya vivirá hoy uno de esos símbolos: el llenado de piscinas en el área de Barcelona señalará el final de la sequía.
El Govern aprobará hoy la desactivación de facto el decreto de sequía en las poblaciones abastecidas por el Ter y el Llobregat, donde moran 5,5 millones de personas, el 75 por ciento de la población catalana. El sistema Ter-Llobregat pasará a la fase de excepcionalidad 1, con lo que no solo será posible llenar las piscinas, sino también lavar el coche fuera de los túneles de lavado y regar los jardines privados, por frondosos que sean.
El Govern, con todo, mantendrá, más allá de las restricciones propias de la excepcionalidad 1 (que no afectan al ciudadano de a pie), alguna que otra limitación para prevenir derroches. Además, el Govern solicitará formalmente al Gobierno central que derogue el real decreto ley que prevé la construcción del trasvase del Ebro a Barcelona. El Ejecutivo catalán recoge así la asistencia que hizo la semana pasada la vicepresidenta Ma- ría Teresa Fernández de la Vega cuando anunció la derogación para el próximo viernes, dando tiempo al Govern a buscar una salida digna.
La petición formal previa a la derogación del Gobierno es, pues, una manera de decir que lo que necesita o no Catalunya –es decir, el trasvase– se fija en Barcelona.
Con todo, el levantamiento de las restricciones, simbolizado en esas piscinas llenas que tanto dieron de qué hablar deja sin efecto el decreto del trasvase. Este prevé su aplicación mientras haya una situación de emergencia (que ya no existe) y hasta la inauguración de la desalinizadora de El Prat, prevista para mayo del próximo año.
Las lluvias caídas en el último mes han obrado el milagro de dejar en anécdota la amenaza de la fase de emergencia. Yendo más allá, en dos meses casi se han triplicado las reservas embalsadas, desde los 122 hectómetros hasta los 346 de ayer. Con todo, el levantamiento de las restricciones y de la excepcionalidad 2 no será generalizado. En la cuenca de La Muga (Alt Empordà), seguirá vigente toda vez que el pantano que les abastece, el de Boadella, en Darnius, apenas rebasa el 30 de capacidad. Ayer, paradójicamente, una tromba de agua inundó algunos bajos en Figueres y el bar de la estación, informa Ferran Cosculluela.
Al mediodía, los embalses del sistema Ter-Llobregat alcanzaron los 348 hectómetros cúbicos, es decir, casi la barrera de 350 hectómetros cúbicos que algunas fuentes conocedoras de las intenciones del Govern señalaron la semana pasada, como frontera para desactivar el decreto. Las reservas, por tanto, exceden en 50 hectómetros el umbral de salida de la fase de excepcionalidad 1 que fijaba el decreto de sequía, antes de su modificación a principios de mayo. De seguir vigente el decreto original, a fecha de hoy, la situación sería de normalidad.
Por tanto, el estado del sistema, siempre con las tablas del decreto –antes de que se modificara, precisamente, para no permitir el llenado de piscinas– en la mano, sería de prealerta. Este estado, pese a que existe en la documentación técnica, no está regulado en el decreto y, por tanto, no se puede describir ni fijar limitaciones como sí se puede hacer con la excepcionalidad 1.
El Ter, en excepcionalidad
Además, si en lugar de estudiar la suma del Ter y del Llobregat se analiza cada cuenca por separado, el Ter, a diferencia del Llobregat, sí que está en excepcionalidad 1. En Sau y Susqueda (los dos pantanos del Ter) se almacenan 189 hectómetros cuando solo a partir de los 228 se saldría del citado grado de excepcionalidad.
Los 346 hectómetros alcanzados ayer igualan la situación del sistema Ter-Llobregat a la que había hace un año. Por aquel entonces se cumplía un mes de la promulgación del decreto de sequía. Y aún faltaban ocho meses para que las piscinas se convirtieran en todo un símbolo.