El trabajo recoge los resultados de las campañas de seguimiento anuales llevadas a cabo por los investigadores desde 2004 y 2011 en dos de las playas que resultaron más perjudicadas: Nemiña, en Muxía, y O Rostro, en Fisterra. Según explicó Bernabeu, durante todo el tiempo de estudio se realizaron visitas a los arenales "una o dos veces al año, en periodos de entre uno y tres días" y "siempre se encontraron galletas en la zona intermareal de la playa de O Rostro".
Además, según precisó, en la mayoría de las campañas también se localizaron restos en Nemiña. Por ello, los expertos han concluido que "se trata de un fenómeno persistente".
A la vista de este descubrimiento de eventos recurrentes de baja concentración de fuel, pero persistentes en el tiempo, los investigadores creen necesario diseñar un protocolo de actuación. Así, apuntan que, teniendo en cuenta el limitado volumen de fuel que llega a la costa y su localización concreta, un programa de evaluación y limpieza "no debería suponer un gran esfuerzo, ni en recursos humanos ni tampoco económicos".
En la actualidad no se dispone de cifras en cuanto al volumen total que pueden suponer estos restos, ni tampoco se conoce con certeza su destino final. De igual forma, la evaluación de los riesgos de la contaminación potencial tampoco se ha realizado, aunque los investigadores se muestran preocupados ante la posibilidad de que estos vertidos, pequeños pero recurrentes a largo plazo, puedan constituir una fuente importante de polución en el océano.
Los resultados de los estudios confirman que las olas son el principal agente transportador de fuel, por lo que los investigadores defienden de manera contundente que, con un análisis exhaustivo de las condiciones del oleaje en la costa, podrían establecerse las áreas susceptibles de recibir esta contaminación.
El seguimiento anual realizado desde 2004 ha permitido comprobar que hay una incidencia más directa de las olas en la playa del Rostro, donde siempre apareció fuel, mientras que en Nemiña -más protegida- solo aparecía chapapote cuando en semanas previas había habido temporal del suroeste.
El trabajo ha sido publicado por la revista especializada “Journal of Hazardous Materials” y en él han participado investigadores del grupo de Geología Marina y Ambiental de la Universidade de Vigo, el Gladys de la Universidad de Montpellier y el Grupo de Química Ambiental del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).