Greenpeace propone internalizar los costes externos (sociales y ambientales) de la producción de energía, de forma que el precio de cada unidad de energía suministrada refleje su coste real, incluido el coste de las emisiones de CO2, los residuos (durante todo el tiempo en que necesiten ser gestionados) y el riesgo nuclear (incluida la cobertura completa del riesgo de daños en caso de accidentes nucleares), y aplicar el principio de que ¿el que contamina paga?, para que contaminar no le siga saliendo gratis a las empresas y que los costes los siga pagando la sociedad.
"No podemos dejar que la política energética sea dictada solo por los intereses empresariales de Iberdrola y de las otras grandes compañías eléctricas. La ciudadanía pide ya un cambio hacia una [R]evolución energética que es imparable, y por eso, el Gobierno debe devolver el protagonismo a las energías renovables", ha declarado Julio Barea, responsable de Energía y Cambio Climático de Greenpeace. "Para aumentar la independencia energética de España y salir de la crisis económica es imprescindible aumentar el uso de energías renovables, no destruirlas como está haciendo el Gobierno".
La organización ecologista exige al Ministerio que dirige Soria que atienda las propuestas de la sociedad y no solo las de las grandes eléctricas. La falta de transparencia y participación en los borradores de la reforma hacen temer que las grandes eléctricas están presionando al Ministro para lograr una ley que sea favorable a sus intereses económicos. De ser así, la propuesta del Gobierno no solucionará los problemas energéticos de España y volverá a dar la espalda a las energías renovables.
El informe de Greenpeace: "Iberdrola empresa enemiga de las renovables" demuestra la falsedad del argumento que responsabiliza a estas energías del déficit de tarifa. Las renovables están bajando los precios en el mercado eléctrico, tienen costes ambientales y sanitarios inferiores que seguir utilizando combustibles fósiles y uranio, y son la mayor fuente de generación de empleo del sector energético.
La nuclear, moneda de cambio
Iberdrola y Endesa han estado utilizando la situación de Garoña como moneda de cambio en la negociación de la reforma. Greenpeace exige que esta cuestión se zanje definitivamente confirmando la declaración de cese definitivo de la central nuclear de Garoña por parte del Ministerio. La industria nuclear es rentable para si misma solo cuando se socializan sus costes, y eso no es sostenibilidad económica, ni competitividad en un mercado liberalizado de la electricidad.
Greenpeace propone que la reforma energética tenga una perspectiva de largo plazo y esté consensuada con la sociedad. Esta reforma debe servir para avanzar lo más rápidamente hacia un sistema energético inteligente, eficiente y 100% renovable, que permita a nuestro país luchar de forma efectiva contra el cambio climático.
Esta exigencia de cambio de modelo energético es ya un deseo generalizado de la sociedad.El Eurobarómetro de enero de 2013, publicado por la Comisión Europea, refleja cómo los ciudadanos piden que se apueste por las energías limpias. En el caso de España, un 81% de la ciudadanía pide fuentes renovables para abastecernos de energía en un futuro inmediato.