El Departamento dirigido por Soledad Becerril admite a trámite la denuncia presentada por la Plataforma Salvemos Cabana una vez estudiadas las pruebas aportadas, al entender "que reúne los requisitos en el artículo 54 de la Constitución en relación con lo que dispone la Ley Orgánica 3/1981".
La mina de Touro, de más de 600 hectáreas de extensión, fue explotada por la empresa Rio Tinto en el período 1974-1988 para la extracción de cobre, aunque también se obtuvieron pequeñas cantidades de oro a partir del concentrado.
Dicho proyecto fue operado a cielo abierto sin ningún tipo de restauración posterior y tras su abandono a finales de la década de 1980, no existió un control significativo por parte de las autoridades de la Xunta de Galicia, lo que derivó en la oxidación de los sulfuros metálicos presentes en el mineral expuesto al entorno y la extrema acidificación de las aguas de drenaje, generando un verdadero problema ambiental y de salud para las personas, pues la población más cercana se encuentra a escasos metros de la entrada del complejo.
Una restauración inexistente
Con posteriodad, la empresa Tratamientos Ecológicos del Noroeste S.L. (TEN), desarrolló un proyecto experimental impulsado por Felipe Macías Vázquez, catedrático de Edafología y Química Agrícola de la Universidade de Santiago, como un espacio para el estudio y demostración académica de los procesos de restauración de aguas y suelos, pero sin llegar a contemplar una restauración integral del entorno, debido a su elevado coste.
Macías, que ha elaborado recientemente un estudio para Mineira de Corcoesto S.L. / Edgewater bajo el título de "Datos para la corrección de los problemas de contaminación potencial derivados en las labores de la mina de Corcoesto" y que de manera previsible en el futuro espera mantener una relación comercial con la compañía canadiense, ha utilizado esta explotación abandonada únicamente como campo de experimentación, en medio del mayor desastre causado por la minería metálica en Galicia.
Así, aunque de manera incomprensible, a nivel público se ha hecho referencia a que Touro es un ejemplo de "restauración" del medio ambiente o el "elevado nivel de rehabilitación" del terreno afectado por las labores mineras, tales hechos no coinciden con la realidad que puede observarse sobre el terreno, pues una de las balsas de residuos tóxicos hiperácidos, situada al borde de la carretera y a la entrada del complejo minero, carece de las más elementales medidas de seguridad y mediante una tubería drena en dirección a los campos colindantes al pueblo provocando un vertido que está llegando a los afluentes del río Ulla, poniendo en peligro la salud de la población y los ecosistemas.
La mina de Touro, el peor ejemplo de la "minería sostenible" en Galicia
A la vista de las pruebas enviadas a la Oficina del Defensor del Pueblo y que ahora han derivado en una investigación por parte de esta, la pretendida "restauración" del entorno tampoco se corresponde con la realidad, incumpliendo de manera flagrante la legislación nacional e internacional y constituyendo un legado ambiental inasumible entre la pasividad de la Consellería de Economía e Industria de la Xunta de Galicia.
Finalmente, cabe preguntarse si este es el concepto de "minería sostenible" al que reiteradamente apelan la actual administración de la Xunta de Galicia y la Cámara Oficial Mineira en su defensa de proyectos como el de la mina de Corcoesto, cuál está siendo la consideración real de la salud humana y el medio ambiente en relación a las grandes iniciativas desarrolladas desde el ámbito extractivista y en resumen de qué sirve una legislación promocionada como "garantista" si en la práctica no se lleva a cabo.