Mañana, Día Mundial del Agua, gobiernos, sociedad civil, medios de comunicación y empresas, entre otros, tienen una cita con un reto global: garantizar agua y energía a millones de personas en países en desarrollo. Un dato ilustra la urgencia del desafío: para 2025 la demanda de energía se incrementará un 25%. Ello podría suponer un incremento en el consumo de agua del 85%.
La energía hidráulica supone el 16% de las energías renovables. El agua, a su vez, necesita energía para su extracción y para su tratamiento. “Merece, y mucho, la pena explorar sinergias y compensaciones entre agua y energía para sacar el máximo provecho a esta relación”, explica Pablo Alcalde, responsable de Agua y Saneamiento de Acción contra el Hambre.
Sol para hacer agua en el Sahel
Acción contra el Hambre lleva varios años utilizando este vínculo en Sahel. Con unos paneles solares se aprovecha la energía del sol (abundante en esta franja semidesértica en el sur del Sáhara) para extraer y bombear agua a un depósito elevado, alimentando un sistema de microrriego de huertos comunitarios, introduciendo así verduras y hortalizas en la dieta de la población durante todo el año.
Las dietas basadas únicamente en calorías, con cereales como el mijo o el sorgo, son una de las principales causas de desnutrición ya que privan a la población de los micronutrientes (vitaminas, minerales…) necesarios para un desarrollo sano. Los resultados son contundentes: las comunidades que lo están aplicando en Mauritania, Níger o Malí han erradicado prácticamente la desnutrición aguda entre los niños menores de cinco años.
Los países del Sahel, que sufren cada año un periodo de hambre estacional durante los meses de verano, tienen prevalencias de desnutrición entre las más altas del mundo. Es una forma de compensar con el abundante sol de la región la escasez de recursos hídricos.
“Buscamos implantar en nuestros proyectos el uso de energías renovables que puedan sustituir al fuel y el diésel. Aunque la inversión inicial necesaria sea mayor, el coste a largo plazo es menos y mucho más sostenible”, asegura Elisa Giménez, técnica de agua y saneamiento en Acción contra el Hambre.
Naiakoudi, la campaña
Acción contra el Hambre está utilizando este tipo de proyectos en una campaña de captación de fondos lanzada esta semana. Su protagonista es una niña mauritana de dos años a la que le encanta el tomate que cultiva su mamá junto a otras mujeres en la comunidad de Naiakoudi, en el Gorgol. La introducción de las verduras en la dieta de los niños menores de cinco años es crucial para protegerles de la desnutrición aguda.