Pese a que se dipone de legislación que protege a los animales que viven en libertad, los ganaderos de algunas regiones en el norte del país se resisten a la introducción del animal.

Durante la década de 1950 se consideró al lobo gris mexicano como portador de rabia y el principal depredador de ganado, lo que condujó a una caza desmedida del animal tanto en el sur de los Estados Unidos y el norte de México, por parte de la Oficina Sanitaria Panamericana Zona II; en la actualidad sólo 350 ejemplares de esta bella especie se mantienen con vida.

Luis Alfredo Rangel Pescador, ecologista de en el estado de Durango informó que en ese entonces no se conocían las consecuencias del exterminio de la especie que era el depredador natural de la región.

Durante el Primer Simposio Nacional sobre el Lobo Gris Mexicano que se llevó a cabo en 1994, se indica que como resultado de la caza desproporcionada, en 1975 México y Estados Unidos se reunieron para formar el Comité Conjunto para la Conservación de la Vida Silvestre, con el objetivo de preservar la especie.

Durante 1975 fue que se creó el programa para la reproducción en cautiverio, con el objetivo de liberar a los animales a futuro dentro de áreas de distribución natural, como en los estados de Sonora, Chihuahua, Zacatecas, San Luis Potosí y Durango.

Rangel Pescador señaló que la concepción generalizada sobre el lobo es aquella que lo retrata como un animal feroz, más similar al personaje del cuento de la Caperucita Roja, cuando en realidad, el lobo se vuelve violento si se siente hambriento o amenazado, pero que posee la característica de ser leal y forjar una relación de por vida con su pareja.

El principal alimento de los lobos son los venados cola blanca, los coyotes, equinos como burros, caballos, animales de corral, mascotas y reses. Sin embargo, es una parte importante del patrimonio del estado de Durango, pues está representado en su escudo.

Jorge Servín, catedrático e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), con experiencia en la reserva de la Michilía, indicó que en total, entre Estados Unidos y México, sólo quedan 350 lobos, gracias al trabajo de reproducción conjunto entre ambos países en 35 centros de conservación, así como 18 lugares en la república mexicana.

La primera liberación de lobo gris criado en cautiverio, se efectuó en 1998 al sur de Estados Unidos, debido a que se contaba con los elementos legales y el área física para reintroducirlos en su medio ambiente, gracias a lo cual hasta el momento cohabitan 70 especies en el sur de los Estados Unidos.

Por su parte, México cuenta con una situación diferente, la población en la Sierra Madre Occidental en la zona de Sonora y Chihuahua apenas asciende a menos de 10 ejemplares, por lo cual desde 2011 se han liberado animales a ese territorio con la expectativa de que dentro de 10 a 15 años la población de vida silvestre se haya incrementado a 100 lobos, y con ello cumplir con las proyecciones que se hicieron en el programa de conservación.

En México uno de los problemas es la relación con las sociedades rurales, principalmente los ganaderos quienes han envenenado lobos, pese a que se dispone de las Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente y la Ley General de Vida Silvestre que protegen a las especies en peligro de extinción por lo que los preservadores de la vida silvestre han solicitado a las autoridades obligar al cumplimiento de estas legislaciones.

De acuerdo con los investigadores, los grupos disidentes son menores, pero se niegan a acatar la legislación, por ello, aunque se disponga de recursos económicos, se necesita afianzar una ley que protega a los animales en libertad.



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