El fallecido Pablo Escobar, el jefe del cartel de Medellín, había construido un zoológico en la Hacienda Nápoles. Allí no solo tenía cuatro “hipos” (tres hembras y un macho), sino también otras especies exóticas para el entorno sudamericano, como jirafas y -dicen- hasta un elefante.
Los hipopótamos se han reproducido en exceso, no pueden ser controlados porque son agresivos, no hay dónde encerrarlos, ni siquiera se saben a ciencia cierta los que se han escapado.
La ex hacienda del narco está situada a orilla del río Nare, afluente del Magdalena, en el departamento de Antioquia, a tres horas de Medellín.
La empresa privada que decidió alquilar al Estado la hacienda para convertirla en un parque temático, con distintas especies de animales como atractivo principal y hasta la réplica de un dinosaurio, tuvo que pedir ayuda para trasladar a los animales pero hasta la fecha nadie les dio una solución.
“Más de dos décadas después de la muerte del narcotraficante colombiano, su legado sigue generando polémica”, publica hoy la BBC. Los hipopótamos, abandonados a su suerte, dañan cultivos y amenazan al ganado y a los agricultores, pescadores y pobladores de la zona, agrega.
Si bien el problema no es nuevo, la necesidad de solucionarlo sí es cada vez más urgente. La pregunta que surge es: ¿qué se puede hacer con los hipopótamos de Pablo Escobar?, cuestionó BBC Mundo.
Cabe aclarar que los hipopótamos no están en peligro. Al contrario. Viven en un entorno rodeados de alimentos y se reproducen exponencialmente. Pero son un peligro para los demás.
“Son animales sumamente agresivos, su manejo y mantenimiento no es fácil, hay riesgo para los operarios y su alimentación es muy costosa”, explicó a los medios Carlos Valderrama, veterinario de webconserva.
“Estos hipopótamos no tienen estrés por alimento porque están rodeados de comida, no tienen estrés climático ni depredadores que los amenacen, están tranquilos”, dice David Echeverri, biólogo que trabaja en la Corporación Autónoma Regional de las cuencas del río Negro y Nare.
Llevarlos a otro país parece una opción, casi la mejor. “Pero nadie nos recibe fuera ni dentro del país”, se lamenta Valderrama. Trasladarlos sale una fortuna y atrapar a estas bestias gigantescas se plantea casi como una proeza de proporciones épicas.
Otra opción sería esterilizarlos. Pero, otra vez, castrar a 30 o 50 hipopótamos no parece ser una acción factible. Y además la respuesta de las autoridades parece casi siempre ser la misma. “No hay plata”.
¿Matarlos? No. Por suerte esa no es una opción. David Echeverri, biólogo de Cornare, manifestó que no manejan “soluciones drástica ni fáciles”.
Todos recuerdan el día en que el ejército mató a balazos a Pepe, un hipo que rondaba la hacienda. Y toda Colombia se indignó.
A esta altura, nadie sabe qué hacer, pero todos coinciden en un punto: los hipopótamos de Pablo Escobar se han convertido en un problema y uno serio