Conviene recordar que detrás del 95% de los incendios en Andalucía, por negligencias, malas prácticas o actos delictivos, está la mano del hombre.
Andalucía está en riesgo extremo de incendios. Este verano se preveía complicado por la escasez de lluvia, sobre todo en Andalucía oriental, en riesgo extremo casi permanente por culpa de la sequía. Todavía en plena primavera, dos grandes incendios arrasaron más de 5.000 hectáreas en la provincia de Almería.
El primero en la Sierra de Gádor y el segundo en las Sierras de Alhamilla y Las Estancias. A estos se sumaron, ya en plena temporada, los incendios de Almonaster la Real y Campillos (Huelva), Guillena y el Ronquillo (Sevilla), Algeciras (Cádiz) y los de Cómpeta, Casares, Mijas y Manantiales de Torremolinos en Málaga.
En total, este año han ardido ya más de 6.500 hectáreas, más de la mitad de la superficie media que se ha quemado en Andalucía en los últimos 10 años (11.000 hectáreas) y una extensión casi cuatro veces superior a la superficie quemada del año pasado, el año con menos incendios de la última década.
Aún queda mucha temporada de riesgo
Aún estamos a mitad de temporada, que dura del 1 de junio al 15 de octubre, y el periodo agosto-septiembre es el que tiene mayor probabilidad de incendios. Aún quedan días en los que en numerosos sitios de Andalucía concurrirán los fatídicos “tres treinta” (más de 30ºC, vientos de más de 30 km/h y menos de 30% de humedad relativa), días propicios para que se produzca un gran incendio forestal.
Gran impacto para la conservación
Tras un incendio, no sólo importa cuánto se ha quemado, sino también dónde, y a este respecto algunos incendios han afectado a espacios con un gran valor de conservación. Almería sale muy perjudicada: el incendio de la Sierra de Gádor (3.400 hectáreas) afectó a zonas de la Red Natura 2000 de gran valor ecológico por sus singularidades botánicas y por formar parte de una IBA (Área Importante para las Aves) que alberga uno de los mejores núcleos reproductores de águila-azor perdicera (Aquila fasciata) de la provincia de Almería, además de otras rapaces como el águila real (Aquila chrysaetos) o el halcón peregrino (Falco peregrinus).
Un mes más tarde, un incendio declarado en la Sierra de Alhamilla arrasó 2.400 hectáreas que afectaron a la IBA Sierra Alhamilla – Campo De Níjar – Sierra De Cabrera) y a la ZEPA y LIC Karst en Yesos de Sorbas. En esta ocasión espacios muy singulares y nuevamente con gran valor de conservación que ya había sido afectados por las llamas en 2012, en un incendio que arrasó 374 hectáreas de la Sierra de Cabrera, un espacio de la Red Natura 2000 con una excepcional riqueza florística.
En Cómpeta, el fuego ha arrasado 200 hectáreas de alto valor ecológico en el Parque Natural de la Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, una zona ZEPA (Zona de Especial Protección para las aves) incluida en la IBA Sierra prelitorales de Granada. Y el incendio de Algeciras afectó al Parque Natural de Los Alcornocales, un espacio de la Red Natura 2000 que está incluido en la IBA Sierras del Bujeo, Ojén, del Niño y Blanquilla, de gran importancia para el alimoche (Neophron percnocterus), en peligro de extinción en Andalucía.
La capacidad de extinción es importante, pero la prevención es la clave
Que muchos conatos no pasen a mayores y que la superficie quemada en Andalucía no se multiplique en cada temporada es mérito del INFOCA de la Junta de Andalucía. Por eso es importante destinar recursos a mantener y mejorar este operativo que, sin embargo, ha contado con 10 millones de euros menos para esta temporada. Sequía climatológica y sequía presupuestaria es una mala combinación para luchar contra el fuego. SEO/BirdLife ya ha denunciado que los recursos para extinción se hayan reducido, pero sobre todo, considera necesario invertir más y mejor en prevención y gestión forestal.
No podemos dejarlo todo en manos de la capacidad de extinción. Es necesario pensar en soluciones sostenibles. Mantener un mundo rural vivo, apoyar la ganadería extensiva, la agricultura tradicional en zonas de montaña y parar el proceso de abandono socioecónomico, son cuestiones clave en una Andalucía cada vez más inflamable por el abandono rural.
Otra cuestión fundamental es invertir en concienciación y en la disuasión y persecución del delito. Detrás del 95% de los incendios en Andalucía, por negligencia, malas prácticas o por actos delictivos, está la mano del hombre. Invertir en concienciación y en disuadir a los delincuentes es por tanto una cuestión estratégica. Como también lo es fomentar la participación social, un pilar de la prevención que debe cobrar mayor protagonismo en el futuro. Invertir en su promoción y en empoderar a los ciudadanos contra los incendios forestales debería ser también un objetivo de primer orden.