Su plumaje de color azul y castaño es, sin duda, el rasgo más distintivo de la carraca europea, un ave migradora amenazada, y de la que hasta ahora poco se sabía sobre su migración e invernada. 

Científicos de nueve países, entre ellos España, desvelan por primera vez, gracias a geolocalizadores y emisores satélite, las rutas entre el sur de África y Europa de buena parte de las poblaciones de esta especie de delicado estado de conservación.Cría en Europa, sobrevuela el Mediterráneo por diversos frentes, descansa en el África subsahariana y pasa el invierno en el sur de África. 

Cada año, la carraca europea (Coracias garrulus) recorre cerca de diez mil kilómetros para criar e invernar, en un itinerario hasta ahora casi desconocido.

Un equipo de científicos de nueve países (España, Reino Unido, Portugal, Francia, Austria, Suiza, Montenegro, Lituania y Chipre) ha empleado datos obtenidos de geolocalizadores, emisores de satélite y anillamientos para examinar la migración e invernada de esta ave en gran parte de su área de distribución. 

Mediante este trabajo se ha logrado “desvelar las rutas de migración, los sitios de descanso y los cuarteles de invierno así como el grado de conectividad migratoria para distintas poblaciones de esta especie”, explica Deseada Parejo, investigadora en el departamento de Anatomía, Biología Celular y Zoología de la Universidad de Extremadura (UEx) y coautora del estudio. 

Desde España también han participado científicos de la Sociedad Española de Ornitología y de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC en Almería.

La migración de la carraca europea supone todo un reto para estas aves que se enfrentan a diversas amenazas desde las zonas de cría en Europa hasta las áreas de invernada en el sur de África. Por ello, la investigación “ha permitido identificar áreas clave y mejorar el conocimiento de la especie”, indica Parejo, quien añade que se trata de un factor importante dado su frágil estado de conservación.

Gracias al seguimiento de los 34 ejemplares, los científicos detectaron un nivel de conectividad migratoria alto para las carracas que se reproducen en el este de Europa y una baja conectividad para las carracas que se reproducen en el oeste del mismo continente.

“La conectividad migratoria hacer referencia al grado en el que individuos de la misma población reproductora invernan juntos, de modo que una alta conectividad indica que los individuos de distintas poblaciones reproductoras prácticamente no se mezclan en los cuarteles de invernada”, recalca la investigadora.

Para los científicos, la baja conectividad de la carracas del oeste es “positiva” porque reduce la sensibilidad de las distintas poblaciones reproductoras a pérdidas de hábitats locales en los cuarteles de invierno, al contrario de lo que sucede con las carracas del este de Europa, que son más sensibles a alteraciones locales de hábitat durante el invierno.

El trabajo, que se considera todo un referente en el estudio de las migraciones animales y de la conectividad migratoria debido a la amplia escala espacial abordada, demuestra la importancia de las zonas del norte de las sabanas del Sahel y de Sudán, donde todas las aves paran a descansar. 

Durante la primavera destaca la vuelta que realizan las carracas que crían más al este por el cuerno de África y la península arábica.



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