Desnutrición
Los equipos fotográficos que FAPAS utiliza desde hace más de 15 años para el seguimiento de la población de oso pardo en la Cordillera Cantábrica, han detectando este verano la presencia de osos desnutridos, algunos extremadamente delgados, con claros síntomas de caquexia. 2016 está siendo en algunas áreas de la cordillera, un año climatológico complicado que ha alterado algunos ciclos vitales en la alimentación de los osos. Especies importantes en la dieta alimenticia para el plantígrado, como son las cerezas, sufrieron un fuerte atraso en su maduración, lo que provocó la presencia de muchos daños de osos en colmenas.
Los osos buscan en las colmenas alimento proteínico, que obtienen principalmente del consumo de las larvas de las colonias de abejas, aunque popularmente se consideran que el principal atractivo es la miel. Ello ha supuesto a su vez la presencia de ejemplares en entornos más humanizados que es donde los propietarios mantienen sus colmenas.
Un verano extremadamente seco no ha favorecido la alimentación natural de los osos, basada en la búsqueda de insectos y consumo de frutas silvestres. La productividad de un fruto de gran valor alimenticio como es el arándano ha tenido una productividad muy irregular, en especial en las áreas medias de los valles de montaña, donde esta fruta madura antes que en las zonas de alta montaña.
Lo mismo ha sucedido con avellanos y moras silvestres que si bien tuvieron una gran floración en primavera, posteriormente la fructificación o ha sido muy escasa en muchas zonas, o los frutos apenas se han desarrollado a causa de la sequía. Estas circunstancias generales de las condiciones climáticas sobre territorios donde habita el oso, condicionan tanto su estado físico como su comportamiento. Un comportamiento que en algunos ejemplares los lleva a la búsqueda de alimento en zonas de mayor intervención humana.
El despoblamiento rural de las áreas de montaña, ofrece en la actualidad una magnífica oportunidad para que los osos encuentren comida en los miles de fincas abandonadas en los entornos de los pueblos. Muchas de ellas mantienen aún viejos frutales que sirvieron para favorecer el cierre de las fincas. Manzanos, perales, cerezos, ciruelos, avellanos e higueras son abundantes en estos entornos rurales. Los osos los comienzan a frecuentar en especial cuando, como este año, se suceden situaciones climáticas adversas que hacen disminuir de manera importante la productividad natural de alimento en las zonas de montaña.
Menos osos problemáticos
La existencia de una campaña interesada para presentar ante la sociedad la existencia de osos problemáticos, acompañada de la solicitud de importantes recursos económicos a la Unión Europea para solucionar el problema, oculta la verdadera situación en algunos casos concretos de la presencia osera en zonas de mayor influencia humana. Solo un seguimiento constante de la población de oso, tal como realiza el FAPAS con sus equipos fotográficos y el trabajo directo de campo, permite conocer que estos casos que aparecen en los medios de comunicación, tienen su origen en los desequilibrios que se producen en la naturaleza. Unos de manera natural, como son los climáticos, imposibles de predecir.
Pero otros totalmente condicionados por la Administración Regional de Asturias, que insiste en la retirada sistemática de los animales muertos en la naturaleza. Cadáveres que está comprobado científicamente que son parte de máxima importancia en la dieta alimenticia de los osos en determinados momentos de su biología y ecología, y que a través de su consumo obtienen proteína suficiente y reservas energéticas imprescindibles para una correcta evolución de su estado corporal, en especial las hembras acompañadas de crías.
Pese a las numerosas veces que se ha solicitado al Gobierno de Asturias que aplique el Reglamento de Encefalopatías promulgado por la Unión Europea que junto al Real Decreto del Gobierno de España, permite de nuevo el abandono de cadáveres de animales domésticos en la naturaleza para alimento de la fauna silvestre, en Asturias se continúa recogiendo sistemáticamente todo animal doméstico muerto en las zonas rurales, ya que se ha convertido en un jugoso negocio económico que beneficia a la propia Administración Regional de Asturias en detrimento de la conservación de la biodiversidad de la región y los intereses agrarios que son dañados por la fauna silvestre.