Legumbres, plantas extraordinarias
Durante todo este 2016 se está celebrando el Año Internacional de las Legumbres (A/RES/68/231), con la intención de destacar sus ventajas nutricionales y promover su cultivo. Con el término legumbres, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se refiere a los cultivos de la familia de las fabáceas o leguminosas cosechados exclusivamente para grano seco, por lo que excluye los cosechados en verde, los utilizados principalmente para la extracción de aceite, los forrajeros y los que se emplean como abonos verdes.
Es decir, lo que se ha venido llamado leguminosas de grado, desde la publicación a mediados del siglo XX del libro del profesor Mateo Box Leguminosas de grano (1961), época dorada de este grupo de cultivos que conformó una parte, ahora olvidada, de la dieta mediterránea. Este grupo de cultivos incluye, entre otras, las semillas secas de: Almorta (Lathyrus sativus L.), altramuz (Lupinus albus L.), cacahuete (Arachis hypogaea L.), garbanzo (Cicer arietinum L.), guisante (Pisum sativum L.), haba (Vicia faba L.), judía común (Phaseolus vulgaris L.), judía de Lima (Phaseolus lunatus L.), lenteja (Lens culinaris Medik.), soja (Glicine max L.) o yero (Vicia ervilia (L.) Willd).
Son ingredientes de gran número de platos tradicionales que se extienden por toda la geografía española: cocido madrileño, extremeño, maragato; fabada asturiana, judiones de la Granja, escudella i carn d´olla, rancho canario, potaje en diversas composiciones, lentejas de Trujillo, alubias de Tolosa, gachas manchegas, michirones murcianos…
Sin embargo, la realidad agroalimentaria de estos cultivos es muy distinta. En muchos casos han sido abandonados, olvidados, relegados a zonas marginales, y son hoy en día difíciles de ver en nuestros campos. Debido principalmente a un descenso en su consumo, que ha pasado de casi 10 kilogramos per cápita y año en 1961 a poco más de 5 kilogramos per cápita y año en 2011, según los últimos datos de consumo en España. Cifras que, según las estadísticas oficiales del Ministerio de Agricultura, se trasladan al campo.
En 1961 se cultivaban en España 1,1 millones de hectáreas, mientras que en 2014 apenas se sembraron poco más de 300.000 hectáreas; es decir, se ha reducido un 70% su superficie. Los datos son aún peores si nos fijamos en las tres principales leguminosas de grano para consumo humano: en garbanzo, se ha pasado de 270.000 hectáreas a tan solo 27.000 hectáreas (10%); en lentejas, de 75.000 hectáreas a 35.000 hectáreas (50%); y en judías secas, de 250.000 hectáreas a 8.000 hectáreas (3%).
Los descensos en superficie que no se han compensado por un incremento del 100% de los rendimientos, que ha supuesto duplicar o incluso, cuando se ha pasado de secano a regadío, aumentarlos considerablemente. Por ejemplo, se ha pasado en garbanzos de 550 a 1.000 kilogramos por hectárea; en lentejas, de 700 a 1.300 kilogramos por hectárea, y en judías, de 500 a 1.850 kilogramos por hectárea. Los datos productivos en España muestran esa tendencia a la baja. Se ha pasado en los últimos 50 años de 145.000 toneladas de garbanzos a 30.000, de 33.500 toneladas en lentejas a 40.000 y de 143.000 toneladas en judías a 13.000. A pesar de la reducción del consumo, la disminución de la superficie sembrada y del ligero aumento de rendimientos, España se ha convertido en un importador neto de las principales leguminosas que consume: lentejas, garbanzos y judías.