Hallados fósiles de ballenas y leones marinos de hace 10 millones de años en Jaén

Un estudio paleontológico liderado por Matías Reolid, profesor del Departamento de Geología de la Universidad de Jaén, ha hallado restos fósiles de cetáceos y pinnípedos de hace aproximadamente diez millones de años, en concreto del Tortoniense (Mioceno Superior), en el sector oriental de la Cuenca del Guadalquivir entre Andújar y Villanueva de la Reina. 

Se trata de una investigación que surgió en marzo de 2013 con la colaboración del doctor Fernando García, entonces también miembro del Departamento de Geología de la UJA y actualmente en la Universidad de Granada. Inicialmente, el trabajo se realizó en un área próxima al Arroyo Escobar, en un cauce de difícil acceso donde afloraban algunos de los restos fósiles estudiados en condiciones precarias debido a las crecidas. Los restos fueron hallados gracias a la ayuda de un agente de medioambiente que contactó con el Departamento de Geología de la UJA.

La primera medida del equipo geológico fue contextualizar dónde se habían encontrado los restos de mamíferos con el objetivo de realizar una reconstrucción paleoambiental de estos depósitos a través del análisis de sedimentos, del estudio de trazas fósiles y de asociaciones fósiles de macroinvertebrados. “Una vez analizados los macroinvertebrados, los restos de cetáceos y pinnípedos, así como otros restos potencialmente pertenecientes a sirénidos, un tipo de vaca marina, concluimos que se había tratado de un ambiente sedimentario relativamente alejado de la costa, profundo y con poca energía”, indica Matías Reolid. De esta forma, localizaron restos de varias costillas y extremidades de ballena, parte del cráneo de una ballena de pequeño tamaño, (género Cephalotropis), numerosas costillas de sirénidos, parte de la caja torácica de un león marino, dientes de tiburón y numerosas conchas de macroinvertebrados (ostras y pectens entre otros).

“El interés de esta investigación radica en la escasez de hallazgos de fósiles de mamíferos marinos en Andalucía. Además, nos ayuda a reconstruir como eran las condiciones ambientales en este sector hace entre nueve y diez millones de años”, explica Matías Reolid. “En ese momento, lo que es actualmente la Depresión del Guadalquivir, era una de las principales conexiones del Mediterráneo con el Atlántico, ya que en aquel tiempo el estrecho de Gibraltar estaba cerrado”, indica el profesor de Geología de la UJA. 

El análisis de los restos encontrados, pese a estar incompletos, ha posibilitado aventurar que, en un contexto de ambiente de poca energía, los grandes restos fósiles de los cetáceos se encuentran dispersos e incompletos no por la acción de las corrientes sino por la actividad de otros organismos predadores y carroñeros. Algunos de los huesos fósiles muestran las marcas hechas por estos carroñeros. Así mismo, los restos hallados corresponden a la misma edad que el diente del tiburón gigante (Carcharocles megalodon) localizado en Porcuna en 2015. “Siempre se ha interpretado al megalodon como predador de mamíferos marinos, principalmente cetáceos, por lo que cobra sentido que en el mismo lugar coincidan restos del C. megalodon y de sus presas”.

Se trata del primer estudio de fósiles marinos en el sector oriental de la Cuenca del Guadalquivir y ha sido publicado muy recientemente por la revista internacional de Ciencias de la Tierra, Journal of Iberian Geology (Springer). Para su realización, también contaron con la participación de la investigadora de la UJA, Arancha de Castro, el doctor Jesús Reolid, investigador del Instituto de Geología de la Universidad de Hamburgo (Alemania), José Bueno, Agente de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y la profesora Elvira Martín Suárez, del Departamento de Estratigrafía y Paleontología de la Universidad de Granada.



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