El progreso de la energía renovable
“Ningún hombre puede mirar muy lejos en el futuro”, escribió Nicola Tesla en 1935. Tesla, quizás el genio más grande en el ámbito de la energía que jamás haya existido, expresaba así con franqueza su parecer en torno a cómo el progreso evolucionaba en direcciones distintas a lo que usualmente se anticipaba… ¡muchas veces más rápido de lo esperado!.
Hace un par de décadas, nadie imaginaba que las energías renovables, sobre todo la solar y eólica, alcanzarían la condición de desarrollo que hoy día ocurre a nivel global y en Latinoamérica. Nuestra región ha sido una pista de aterrizaje de millonarias inversiones en este sector, lo cual ha permitido triplicar la capacidad instalada en tan sólo diez años; entre 2010-2015 (excluyendo grandes hidroeléctricas) las renovables atrajeron 80,000 millones de dólares, lo que equivaldría a una tercera parte del PIB de Colombia en 2015 o casi tres veces el de Bolivia en el mismo año. ¡Buen negocio!
Una característica especial de nuestra región es su altísima disponibilidad de recursos renovables no convencionales (viz. marinos, eólicos, geotérmicos, biomasa y solares); tan sólo en el ámbito eléctrico, se estima -al menos- un potencial equivalente a unas 60 veces la demanda actual, sin considerar la disponibilidad de recursos hídricos que elevaría la cifra sustancialmente. Y sin embargo se mueven… No obstante el gran potencial de hidroelectricidad aún disponible en la región (OLADE estima que sólo se aprovecha el 25% del potencial total), las renovables no-convencionales ganan terreno (en especial por la lentitud en añadir capacidad hidroeléctrica y las preocupaciones originadas por mayor frecuencia e intensidad de sequías a lo largo de la región); desde el año 2000, la fracción de hidroelectricidad en energía renovable ha pasado del 95% al 83% en 2015.
Pero aún hay mucho trayecto por recorrer, particularmente en los países amazónicos. Él último Climascopio del BID, revela que de los 26 países analizados, sólo Brasil (2ª posición) figura entre los primeros cinco con condiciones propicias para el despliegue de las renovables y la consolidación de sus múltiples beneficios (e.g. generación de empleo, industrialización, acceso universal a la energía barata y de calidad, cuidado del medio ambiente, etc.); extendiendo la lista a los primeros diez, se cuelan al final Perú (7ª) y Colombia (10ª).
Tal y como es con el caso del grande de la región, Brasil, los países amazónicos, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guayana, Guyana Francesa y Surinam, pueden apostarle a las renovables y sacarle partida de estas fuentes. Pero para ello se necesitará atrevimiento y compromiso. Mucho se puede aprender de Brasil. Gracias a sus vastos recursos y a sus políticas conducentes en torno a estas tecnologías de vanguardia, este país es el rey de la energía renovable en la región (y uno de los líderes mundiales), con una capacidad total instalada de cerca de 25,000 megavatios de tecnologías renovables no hídricas (de un total de 140,000 megavatios). ¿Cómo han hecho? Atreviéndose a la diversificación de la matriz energética (e.g. eléctrica, biocombustibles, entre otras) y comprometiéndose fuertemente en torno a una agenda de energía distribuida solar.
Quizás valga la pena no visionar a las renovables como algo que pasa sólo en Brasil (o México, Chile o Uruguay), sino como algo que puede mirarse de cerca en el presente en los países amazónicos (Perú, Bolivia entre otros). Para ello, y emulando el caso de Brasil, habrá que replantearse el paradigma energético. Después de todo, dado el giro favorable tecnológico, político, económico, financiero y social, el futuro de la energía renovable en los países amazónicos, es fundamentalmente una cuestión de decisión.
Tesla afirmaba que había tres formas en las que se podía acelerar el progreso mediante el uso de la energía: primeramente, encaminándola hacia el mejoramiento de las condiciones de vida de la gente (recordemos que al año 2013, aún existían siete millones de habitantes de países amazónicos sin acceso electricidad); segundo, reduciendo la ignorancia y la insensatez que impiden el progreso (e.g. los “mitos” sobre las energías renovables); y, finalmente, desencadenando la fuerza del universo contenida en la energía renovable del sol, el viento y el mar. Hoy los países amazónicos tienen la oportunidad: ¿Se atreverán a mirar de cerca el nuevo presente del progreso?