Impresionante vídeo para conocer el porqué del susurro de los bebés ballena
Las ballenas jorobadas o yubartas (Megaptera novaeangliae) pueden llegar a medir 18 metros de largo y a pesar 40 toneladas. Son unos animales colosales capaces de impulsarse fuera del agua con su potente cola, o sencillamente nadar unos 25.000 kilómetros al año. Los adultos son famosos por cantar durante horas con una compleja mezcla de aullidos, rugidos y pitidos, que se cree que cumplen una función en la reproducción.
Las "pequeñas" crías de yubarta viven en un mundo distinto. Cuando nacen apenas miden cinco metros, y tienen que estar un año entero junto a sus madres para recibir cuidados y leche. Nadan en un mundo donde los machos que quieren reproducirse con sus madres pueden ser una amenaza, y donde, en mitad de la oscuridad, acechan las temibles orcas. Estas pueden escuchar los cantos de las ballenas, y además emiten pitidos que viajan rápidamente por el agua y que funcionan como un sónar natural que revela la posición y el tamaño de sus presas. Entre ellas están las pequeñas crías de yubarta.
Un estudio publicado este miércoles en la revista Functional Ecology ha descubierto una estrategia que madre y cría usan para sobrevivir en mitad del océano. Las crías necesitan mantener el contacto con sus mamás y a veces tienen que pedirle leche para mamar. Cuando se comunican, lo hacen susurrando, para evitar que los cazadores las oigan.
"Las orcas ("killer whales" en inglés) cazan a las crías de yubartas en la salida del Golfo de Exmouth, al noroeste de Australia, así que con los susurros, las ballenas dificultan ser detectadas por las orcas o atraer a machos que quieran reproducirse con las hembras", ha explicado Simone Videsen, primera autora del estudio e investigadora en la Universidad de Aarhus (Dinamarca).
Tal como averiguaron investigadores de Dinamarca y Australia, las crías pasan mucho tiempo descansando y mamando. Las pequeñas se comunican con sus madres usando íntimos rugidos y chirridos, muy distintos al estentóreo canto de los machos. Los científicos usaron unos sensores diseñados en la Universidad de St Andrews, en Australia, con el fin de captar los sonidos de las ballenas. 48 horas después de adherirse a través de una ventosa a las yubartas, estos aparatos se soltaban de los animales y eran recogidos por los investigadores.