Para mantener la sangre y el oxígeno fluyendo a través de sus cuerpos, la mayoría de los animales dependen de un corazón que late. Pero investigadores de la Universidad de Montana en Missoula han descubierto que las arañas marinas utilizan una extraña alternativa: mueven la sangre y el oxígeno por la mayor parte de su cuerpo con el impulso de sus intestinos.
Las arañas marinas tienen un intestino inusual. «A diferencia de nosotros, con nuestras entrañas situadas en el centro confinadas a una sola cavidad corporal, las tripas de las arañas marinas se ramifican varias veces y las secciones del tubo digestivo bajan hasta el final de cada pierna», explica H. Arthur Woods, autor del estudio, en la revista Current Biology.
«En efecto, las tripas de las arañas marinas llenan el espacio y son ubicuas en sus cuerpos de la misma manera que nuestros sistemas circulatorios».
Peristaltismo intestinal
Para mover los fluidos, estos animales utilizan un sistema llamado peristaltismo intestinal, ondas de constricción involuntaria y relajación de los músculos.
De hecho, el intestino humano también lo utiliza para mezclar el contenido del intestino y moverlo a lo largo. Pero las arañas marinas, que absorben oxígeno directamente a través de sus cutículas, muestran ondas peristálticas que son mucho más vigorosas de lo que sería necesario para la digestión.
Woods y sus colegas hicieron ese descubrimiento después de una misión antártica para explorar un fenómeno conocido como «gigantismo polar».
Los científicos habían observado durante mucho tiempo que las especies polares, incluyendo las arañas marinas gigantes, tienen cuerpos más grandes que sus parientes más templados o tropicales. Esta tendencia plantea muchas preguntas intrigantes acerca de cómo las especies polares manejan los procesos básicos de la vida, incluyendo cómo obtener suficiente oxígeno en sus cuerpos.
Una de las cosas que hacen de las arañas marinas un gran organismo para estudiar, dice Woods en un comunicado, es «que son realmente flacas y, con un microscopio, se puede ver fácilmente en sus cuerpos». En su primera temporada en la estación antártica de McMurdo, Woods se encontró gastando «mucho tiempo sólo viendo la sangre y el intestino fluyendo en las arañas marinas».
Pronto se dio cuenta de que el corazón de las arañas de mar sólo palpitaba débilmente. Su corazón no movía sangre más allá de la parte central del cuerpo.
En contraste, notó, sus entrañas mostraban ondas muy fuertes y organizadas de contracciones peristálticas. Una serie de experimentos y observaciones en doce especies de arañas marinas con microscopía de vídeo permitió al investigador confirmar esa hipótesis.
Fuente: ABC,