Las grandes ciudades dependen cada vez menos de los automóviles
“La movilidad compartida es una tendencia que puede revertir la dominación del automóvil en el siglo XX y crear espacio para las personas”, asegura Greg Archer, director de vehículos limpios de la consultora Transport & Enviroment (T&E), con sede en Bruselas. Archer propone cambiar la manera en la que se conciben las ciudades para que recuperen la dimensión humana: equilibrar la movilidad hacia formas más cuidadosas con el medio ambiente; transformar calzadas en carriles para bicicletas, autobuses o tranvías; y construir aceras más anchas. Un automóvil ocupa de media 150 metros cuadrados reservados para estacionamientos, calzadas, carreteras y gasolineras. “Podríamos transformar los aparcamientos obsoletos en parques o en viviendas sociales”, dice entusiasmado Archer.
En España, ciudades como Madrid y Barcelona han empezado a aplicar algunas de las nuevas tendencias. Las plataformas para compartir vehículos están en auge: BlaBlaCar gana terreno a los autobuses; los servicios de VTC como Uber y Cabify desplazan al taxi tradicional; y la peatonalización va en auge.
Aunque los primeros grandes proyectos se iniciaron en los años setenta, Barcelona, por ejemplo, impulsa un nuevo modelo para recuperar espacios para el peatón. El plan de crear supermanzanas, puesto en marcha en 2016, delimita áreas de nueve islas de edificios donde se restringe el tráfico de automóviles para reducir la contaminación y el ruido.
En Madrid existen cuatro barrios en los que el residente tiene prioridad: Cortes, Embajadores, Ópera y Las Letras. El gobierno de la alcaldesa Manuela Carmena ha presentado un plan para despejar todo el centro de coches a partir de 2018, incluida su avenida más emblemática, la Gran Vía.
Alguna de las propuestas ha chocado en un primer momento con la resistencia de taxistas, vecinos, conductores particulares, comerciantes, políticos y todo aquel que ha querido enzarzarse en la polémica. Para Mayra Madriz, asociada del estudio internacional de urbanismo Ghel, dejar atrás un modelo de ciudad orientado al coche exige un cambio cultural: “Hay que transformar la idea de que desarrollo significa tener acceso a un automóvil y encontrar alternativas que nos permitan vivir mejor”.
En España, más de la mitad de las personas que hoy pedalean al trabajo antes se desplazaban en coche, según el barómetro de la Red de Ciudades por la Bicicleta. Esto ha provocado el crecimiento de nuevos negocios pegados a la bici que facturan más de 1.500 millones de euros al año. Se trata de pequeños comercios de venta, alquiler y reparación; estacionamientos y cafés para aficionados.
La bicicleta tiene especial auge en Barcelona, Sevilla y Valencia; sin embargo, algunas ciudades tienen problemas de infraestructura. En Madrid, por ejemplo, conviven 16 tipos de carriles que los conductores apenas respetan, pero los propios ciclistas, tampoco.
Otra opción es el coche híbrido, cuyas ventas han crecido un 94,5% en el primer semestre de 2017, aunque las matriculaciones todavía son pocas si se comparan con los motores a combustión: 26.979 frente a 640.515. La aplicación de los protocolos anticontaminación en ciudades como Madrid y Barcelona ha provocado desde 2015 una caída de un 25% en la venta de coches diésel en España, según datos de la asociación de fabricantes Anfac.