¿Están preparadas las ciudades para asimilar el creciente aumento de bicicletas?
¿Qué hacemos entonces para gestionar su movilidad en la ciudad?
La estructura de las ciudades suele estar diseñada para asimilar tráfico de vehículos con unas necesidades diferentes a las de los ciclistas. Cuando el número de bicicletas aumenta esa estructura ya no es la adecuada y es necesario realizar cambios en el diseño de la ciudad. Una forma muy eficaz de encontrar solución a este problema es ver lo que hacen en otros lugares.
Aparcamientos para bicicletas
24 bicicletas caben en 2 plazas de coche
En la ciudad de Portland (EEUU) han ideado una forma de gestionar el aparcamiento de bicicletas. Su filosofía se basa en el siguiente cálculo: dos plazas de aparcamiento de coche son convertibles en 24 plazas para bicicletas. Con pocos cambios en la infraestructura urbana es posible disponer de nuevas plazas de aparcamiento para bicicletas de forma muy económica. A mayor número de bicicletas, menor número de automóviles, por lo que la demanda de aparcamiento para estos también disminuye.
Aparcamiento automático
En Japón el número de bicicletas ya supone un problema a la hora de encontrar sitio para aparcarlas. Esto ocurre especialmente en las entradas de las estaciones de tren. Los japoneses han encontrado una solución muy práctica: aparcamientos subterráneos y automáticos para bicicletas.
Con el invento “Eco Cycle” de la empresa Giken pueden aparcar hasta 200 bicicletas a 11 metros bajo la superficie de una forma muy rápida y sencilla. En solo ocho segundos se aparca cada bicicleta. De este modo se elimina el problema de destinar un espacio donde aparcar esas 200 bicicletas en la superficie quedando estas, además, protegidas de robos e inclemencias climáticas.
Carriles bici y calzadas de uso compartido
Los carriles bici son muy útiles para aumentar el número de usuarios porque hacen que el ciclista se sienta más seguro. Pero deben existir también calzadas compartidas para los ciclistas más experimentados o que necesitan ir a mayor velocidad. Estas calzadas compartidas consiguen, además, reducir la peligrosidad y, aunque parezca mentira, el número de accidentes.
Hacer los carriles bici más visibles
La ciudad de Nueva York tiene 321 km de carriles bici en los que, recientemente, han incorporado elementos para hacerlos más visibles y seguros. También ha realizado mejoras en el espacio destinado para los peatones y en los cruces, como diseños Smart City, para reducir los posibles conflictos que puedan producirse entre ciclistas y peatones o conductores.
Tomar las calles en contra sentido
Aunque parezca una locura, en gran cantidad de ciudades se han empezado a incorporar carriles bici en calles en sentido contrario a la marcha del vehículo motorizado. De otra forma los ciclistas debían dar rodeos imposibles.
Tráfico exclusivo de bicicletas
En países donde el número de usuarios diarios de la bicicleta es muy elevado, como Holanda y Dinamarca, se han dedicado calles a la circulación exclusiva de bicicletas. Ejemplo de ello es el Vesterbro Passage. Así mismo, calles que han remodelado su estructura a un carril de vehículos y un carril bus en cada sentido, han visto mejorado el flujo de tráfico. Como ha ocurrido en Copenhague, donde ha aumentado el flujo diario de una de sus calles a 10.000 ciclistas y 39.000 peatones. Estos cambios además suelen ir acompañados de diseños urbanos que hacen más amigables las calles para todos los públicos.