En localidades como la Pobla de Benifassà las cubas de agua de la Diputación ya están solventando los problemas de sequía que afectaban ya al abastecimiento público para consumo humano. En otras, como Ares, quieren estirar al máximo esta situación de supervivencia antes de tener que recurrir a esta solución de emergencia. Su alcalde, Abelardo Tena, reconoce que hace escasas fechas tuvo que hacer un llamamiento a sus vecinos para que se concienciaran de la situación real que se vive en el término municipal.
Este llamamiento incluía la recomendación de racionalizar el consumo de agua hasta pasadas las fechas navideñas. Se hizo con una base indiscutible: de las tres balsas de las que dispone la localidad, una de ellas se había secado por completo y las otras dos encaran una situación similar que podría dejarles en una situación extrema en unos días.
EL MUNDO ya se hizo eco hace dos semanas de esta situación en Ares. El alcalde vaticinaba que las granjas disponían de recursos para 20 días y, a partir de ahí, comenzarían los problemas. No habló en ese momento de que se iba a necesitar también la colaboración de los vecinos, racionalizando el consumo para intentar estirar al máximo los recursos hídricos. De hecho, advertía que los hogares podrían tener garantizado el suministro gracias a las cubas de agua de la Diputación.
Con todo, el primer edil ha decidido que esperará a la primera semana de enero para valorar la posibilidad de realizar la pertinente llamada a la administración provincial con el objetivo de que ésta comience a abastecer de agua a la localidad. Sólo un cambio meteorológico que trajera lluvias abundantes a la zona podría restaurar la normalidad y podría hacer respirar aliviados tanto a los responsables políticos como a los ganaderos y vecinos.
«Afortunadamente, esta situación no es nueva y los vecinos han sabido escuchar los mensajes y, lo que es más importante, demostrar que somos un pueblo concienciado con esta lacra», indica Tena, expectante por cómo evolucionará la situación y, sobre todo, echando siempre que puede un vistazo a las previsiones del tiempo.
La recientemente anunciada y publicitada presencia en España de la borrasca Ana apenas tuvo incidencia en la Comunidad Valenciana y mucho menos en el norte de la provincia de Castellón. Las temperaturas han bajado pero lo que necesitan municipios como los citados es lluvia para poder salir del atolladero en el que la sequía ha sumido, principalmente, a los ganaderos de la zona.
El propio alcalde reconoce que algunas granjas han tenido que cerrar de forma temporal. Las explotaciones porcinas que, en condiciones normales, habrían reiniciado el proceso de cría de animales, han tenido que pausarlo para intentar que el agua disponible cunda lo máximo, según revela Abelardo Tena.