El Gobierno británico ha decido pasar a la ofensiva contra la «plaga» del plástico. En un inusual discurso, el primero en su mandato consagrado al medio ambiente, la «premier» Theresa May ha anunciado una batería de medidas con la meta de «eliminar el uso evitable del plástico» en los próximos 25 años.
May ha propuesto la extensión del cobro de 5 peniques por las bolsas de plástico a todas las tiendas en el Reino Unido y ha reclamado a los supermercados la creación de estanterías «libres de plásticos», para impulsar a un cambio drástico en la industria de los embalajes y dar a los consumidores la opción de productos menos dañinos para el medio ambiente.
La «premier» ha prometido destinar un porcentaje de la ayuda exterior a la limpieza de los océanos y se ha comprometido a eliminar el uso de cubiertos desechables y vasos de plástico de un solo uso en las dependencias del Gobierno.
Su intervención ha sido calificada como «greenwashing» (lavado verde) por varios grupos ecologistas, que le acusan de ignorar el gran reto al que se enfrenta en un par de meses el Reino Unido: la prohibición de importación de plástico para el reciclaje en China, que amenaza con anegar los vertederos británicos y reducir drásticamente los niveles de reciclaje.
May se ha subido en cualquier caso a la ola auspiciada por el diario conservador «The Daily Mail», con su campaña Turn the Tide, que ha calado entre los consumidores británicos en los últimos meses. La «premier» ha agradecido también la labor divulgadora del naturalista David Attenborough, que lanzó recientemente la voz de alarma en la serie Planeta Azul…
«Todos los años lanzamos a los océanos más de ocho millones de toneladas métricas de plástico, el equivalente a un camión de basura cada minuto. Si no hacemos pronto algo, en el 2050 habrá más plástico que peces en nuestros océanos».
La respuesta más crítica al discurso de May la dio John Sauven, director ejecutivo de Greenpeace en Reino Unido: «Lo que este país necesita es un plan de acción para los próximos 25 meses, no los próximos 25 años. En vez de promesas vagas, hacen falta medidas concretas e inmediatas para hacer frente a la contaminación del plástico en los mares, la contaminación atmosférica en las ciudades y el cambio climático».