«Es una de las últimas fronteras y odiseas humanas. Posiblemente estamos ante una de las zonas arqueológicas más importantes del planeta», explica a EL MUNDO el arqueólogo Guillermo De Anda, del Instituto Nacional de Antropología de México, director de este proyecto bautizado como Gran Acuífero Maya. De lo que habla el investigador no es de un mundo exterior, sino de las entrañas del planeta. «Hemos descubierto la cueva inundada más grande del mundo», confirma.

A su lado, Robert Schmittner explica los detalles de este enorme descubrimiento que, pese a los muchos años invertidos en dar este primer paso, es la punta de un enorme iceberg: «Estuvimos 20 años haciendo los mapas y llevo 14 años buceando por los posibles lugares de conexión entre las dos cuevas. Una vez estuvimos muy cerca, a un metro de pared entre ambos acuíferos, pero no se conectaban y seguimos buscando el punto donde sí lo hicieran», explica el buzo que ha gastado 14 años entre las rocas y aguas del subsuelo del estado mexicano de Quintana Roo.

Cueva sumergida

Oficialmente tenemos hoy el sistema de cavernas inundadas más grande del mundo con una extensión de 350 kilómetros conformados por la unión de dos famosos cenotes: el turístico Dos Ojos y Sac Actun. Sin embargo, los investigadores creen que el agujereado subsuelo de la Península del Yucatán reserva nuevos descubrimientos.

¿Hay más? ¿Puede haber uniones con otros acuíferos? «En mi opinión sólo hemos comenzado. La siguiente conexión, ya estamos cerca de hallarla, conformará una cueva de más de 500 kilómetros», explica Schmittner.

La previsión, según los mapas con los que están trabajando de este inmenso entramado de cavernas acuáticas, es que se pueden alcanzar los 1.000 kilómetros de extensión: «Podemos hablar de una cueva de 1.000 kilómetros que la convertiría en la más grande del mundo inundada y en seco», señala De Anda.

Queda en todo caso un trabajo casi milimétrico para seguir avanzando. «El paso que encontramos entre ambas cuevas es muy estrecho. Tuve que quitarme las botellas de oxígeno e introducirlas primero y luego pasar yo por un hueco de no más de medio metro», explica Schmittner sobre este mundo escondido y enigmático que conforman cientos de cenotes que los mayas ocuparon y que son en todo caso un vestigio del último gran cambio climático que sufrió el planeta.

Último gran cambio climático

«Estamos reportando las consecuencias del último gran cambio climático que hubo en la Tierra. Lo que aquí hallamos es una gran lección para entender lo que está pasando hoy», dice De Anda, que recuerda que estas cavernas se inundaron tras la desglaciación y hasta entonces vivían allí humanos y animales. «Hablamos de testar el Pleistoceno y el Holoceno», incide el arqueólogo.

Y es que entre esa oscuridad inundada se están hallando cientos de huesos humanos y de animales, restos de la civilización maya que usaba los cenotes como lugares sagrados, especies de animales endémicas y huesos de especies animales ya desaparecidas.

«Hay restos de animales y humanos de entre 10.000 y 15.000 años. Entre los más de 200 cenotes que hemos buceado hemos hallado también restos de templos, casas, vasijas y huesos de los mayas», comenta el buzo.

¿Han hallado animales o un ecosistema distinto? «Dentro de este sistema hay dos especies de peces ciegos, sin ojos, que son endémicos de la cueva. También hay algún tipo de crustáceo propio», responde Schmittner.

Fuente: EL MUNDO,



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