Al sanguinario terrorismo visible de sangre y fuego, deberíamos a mi entender añadir aquel otro tipo de terror que por ser invisible no deja de ser menos letal. Me refiero obviamente al bien conocido terror climático que viene siendo patrocinado por ciertas insolidarias decisiones de muy concretos intereses empresariales y gubernamentales de nuestro egoísta primer mundo.
Es bien sabido que muchos gobiernos y empresas (con vínculos normalmente endogámico,s entre ellos empresariogubernamentales) vienen ignorando o ralentizando la necesaria transición energética hacía las energías limpias de origen renovable de países y empresas. Dicha actitud de claro fomento de las energías fósiles comporta graves consecuencias a sabiendas a numerosas poblaciones inocentes (mayoritariamente del tercer mundo).
Siendo una evidencia empírica, que el uso de energías fósiles está calentando peligrosamente el planeta e impulsando con ello un verdadero “terror climático global”, no veo razón por la que ciertos comportamientos dolosos en materia de emisiones que contribuyen claramente a este dantesco escenario, no deban ser consideradas como verdaderos crímenes contra la humanidad.
Esta clara relación causal entre el uso de combustibles fósiles y el incremento de ciertos fenómenos climáticos destructivos, devastadores y letales, añadido al hecho de que ya nadie pueda discutir o negar tal evidencia, hace que claramente ciertas decisiones que conscientemente exacerban de forma notable este fenómeno letal deberían por su gravedad comportar responsabilidades penales sin excluir el delito de lesa humanidad.
No olvidemos que las consecuencias derivadas de alimentar a este monstruo climático en los combustibles de marras, comportan gravísimas consecuencias tales como hambruna, muerte, inundación, migración y destrucción en muchas partes del planeta, motivo más que suficiente para que el citado delito pueda desplegar sus consecuencias jurídico- penales.
Lo cierto es que siendo comunidades enteras y millones las personas afectadas por este terror global que llega cobardemente por vía climática, y siendo una certeza que el número de damnificados se incrementará geométricamente en un futuro cercano, creo del todo pertinente para el bien de la humanidad y del propio planeta que dichos comportamientos que alimentan el terror global no queden impunes.