El sector energético evoluciona hacia la descentralización. Cada vez la energía que consumimos se genera en un mayor número de lugares. Los centros de generación son cada vez menores, en gran medida por la llegada de las tecnologías renovables. Además, cada vez es mayor el número de comercializadoras eléctricas. Y, sin embargo, siguen siendo sistemas controlados y regulados por una autoridad central.
Se podría decir que la sociedad en general tiende a modelos más descentralizados, en donde la singularidad de cada individuo crece en importancia. El gran desarrollo en los últimos años de las tecnologías digitales y las telecomunicaciones impulsa este cambio.
Son además esenciales en el desarrollo de la economía colaborativa. Así, surgen plataformas online que ponen en contacto a individuos para que intercambien entre si, sin que tenga que intervenir un tercero que fiscalice o autorice el intercambio. Hablamos, por ejemplo, de plataformas de compraventa de objetos usados, o de alquiler de espacio en vehículos para viajar, etc.
En el mundo de la energía este cambio está aún por llegar. Ya hemos asimilado todos que es posible instalar pequeñas unidades de generación de energía en edificios o casas privadas (fotovoltaica, cogeneración u otros), y que por tanto surgirán productores-consumidores (“prosumers”). Pero falta la pieza que permita realizar transacciones entre particulares de forma cómoda, segura y ágil. Blockchain podría ser una parte importante de esa pieza.
El cambio en el sector energético hacia un modelo más descentralizado debería pensar en individuos (con identidad digital), en vez de pensar en lugares. Es decir, actualmente los contratos de compra de electricidad van referidos a un lugar físico (un CUPS con su contador), y no a una persona.
El nuevo modelo podría asociar a un individuo consumos específicos en lugares y momentos específicos, y cobrarle por tales consumos, sin perjuicio del momento o el lugar del consumo. Así, una persona podría consumir energía para su vehículo eléctrico o para su teléfono en casa de un amigo o en un centro comercial, y esos consumos se regularían conforme a un contrato específico. Además, el registro de tales consumos y su facturación podrían hacerse de forma automática. Todas estas operaciones podrían basarse en tecnología blockchain.