La tortuga marina más común en aguas españolas en la actualidad tiene más posibilidades de sobrevivir gracias a nuestras playas del Mediterráneo occidental. La tortuga boba (Caretta caretta, por su nombre científico), acostumbra a anidar en Florida, el Caribe, el Mediterráneo oriental o Cabo Verde, entre otros lugares, pero debido al incremento de las temperaturas se ha visto obligada a buscar nuevos hábitats con las condiciones necesarias para reproducirse. «Hemos hecho modelos predictivos de lo que ocurrirá para final del siglo XXI con esta especie y las predicciones son muy negativas», lamenta el investigador del CSIC Adolfo Marco, que trabaja en la Estación Biológica de Doñana.
Un estudio publicado en la revista Scientific Reports y llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Barcelona con la participación de investigadores del CSIC ha analizado el ADN extraído de 121 muestras de 18 nidos localizados en estas playas mediterráneas y su conclusión es positiva. Los nidos, según demuestran los análisis, se deben a eventos de colonización esporádicos, ya que estas tortugas obtienen alimento en zonas del litoral de la Península Ibérica.
«Esta colonización o dispersión a zonas más frías puede ser muy importante para la supervivencia de muchas especies a medio plazo si el mundo se sigue calentando», afirma optimista Marco. Además, al calentarse las zonas que solía habitar esta especie, se «permite la colonización con éxito de especies que vienen de zonas más cálidas».
Feminización de las crías
Esta tortuga, además de ser la más frecuente en España, es la más amenazada. La temperatura de la arena determinará el sexo de la cría: a una temperatura demasiado alta, la tortuga será hembra. La creciente feminización complica la reproducción y supervivencia de la especie. Esta situación no es la habitual, en cambio, en las playas españolas, pero sí plantean una complicación para las tortugas marinas «la falta de información y experiencia que está haciendo fracasar muchas anidaciones», alerta Marco. Esta desinformación de quienes acuden a las playas donde esta especie intenta sobrevivir supone un problema grave por las situaciones que conlleva: «La pesca accidental, la contaminación o la acumulación de plásticos en el mar son verdaderas amenazas, y hay que mitigarlas», continúa el científico del CSIC.
«Tampoco ayuda a esa dispersión la fuerte filopatría de las tortugas -un fuerte instinto para anidar donde nacen-«, añade. Las tortugas vuelven instintivamente al lugar donde se criaron para poner sus huevos. Esto antes no suponía un problema, en todo caso una ventaja por la permanencia de la especie en la zona originaria.
En la actualidad, regresar donde nacieron constituye un riesgo por el sobrecalentamiento de la arena que imposibilita la incubación, pero por suerte las tortugas emigran ocasionalmente para buscar alimento en otras aguas y, a veces, anidan en zonas donde no lo habían hecho hasta entonces. El resultado es el éxito en el nacimiento de nuevas crías cuando las playas donde lo hacen son más frías, como está pasando en las costas españolas, que reúnen las condiciones óptimas.
Turismo como amenaza
El turismo siempre se ha considerado una amenaza para estos nidos y, por tanto, su cría puede suponer un freno a la llegada de visitantes. Pero, según asegura este investigador, «en muchas zonas del mundo conviven perfectamente el turismo de playa y la anidación de tortugas. Sólo hace falta informar y sensibilizar a las poblaciones costeras y a los turistas para respetar a las tortugas y no destruir los nidos».
La previsión del CSIC es que la única tortuga que anida con éxito en España siga haciéndolo a largo plazo por los resultados positivos para sus crías. No obstante, como apuntaba Adolfo Marco, la información y la adaptación de residentes y visitantes a esta especie será fundamental para la incubación en nuestras playas.