Las divisas digitales ya enfrentan una fuerte reacción por parte de la regulación de los gobiernos debido a que no son dinero patrocinado por ellos; no poseen un valor intrínseco como el oro (los algoritmos pueden ser cambiados, la geología no) y, también, por su impacto ambiental.
La primera razón para invertir en energías renovables es el prometedor futuro que les aguarda: debido a sus costos decrecientes, la demanda creciente por energía limpia (coches eléctricos), la mejora en los sistemas de integración a la red y optimistas predicciones sobre almacenamiento (baterías) de electricidad. Además está incluída en las agendas de todos los gobiernos.
Otra razón más potente son las nuevas oportunidades que se abren en gestión de activos de energía. Técnicas de analítica de datos avanzadas empleadas por gigantes como Google, Facebook, Amazon o el Smart Data como servicio (DAAS o DATA AS A SERVICE), que lideran el dúo alemán SAP y Kaiserwetter, permiten maximizar la producción de plantas hidroeléctricas, eólicas o solares con operaciones más eficientes y baratas. Es el llamado efecto “Smart Big Data Analytics”, que conlleva un auge de servicios Cloud Computing (que baja el costo de almacenar y analizar flujos gigantescos de datos); avances en Inteligencia Artificial y en los sensores de recolección de datos.
La situación no podría ser más opuesta para criptomonedas y energías renovables. Las primeras se enfrentan a bloqueos de grandes empresas y bancos como Lloyds, que ha prohibido la compra de divisas digitales con sus tarjetas, uniéndose a JP Morgan o Citi. Las renovables, en cambio, no pueden gozar de mejor salud tras el Acuerdo de París y la Cumbre del Clima de Marrakesh, que comprometieron a países e inversores a sumar a los casi 300 mil millones de dólares ya gastados anualmente en el sector, otros 100 mil millones al año hasta 2025, cifra que además debe aumentar tras dicha fecha.
Situación de China frente a las renovables
China ha apostado claramente por las renovables, siendo el primer inversor mundial e implementando desde 2017 un plan destinado a gastar 2,5 billones de yuanes (361 mil millones de dólares) hasta 2020 en renovables y descarbonizar el país. En cambio, se ha convertido en uno de los primeros países en legislar contra las criptomonedas, los intercambios de divisas digitales y el minado de bitcoins. Recientemente, también el Bundesbank el que ha planteado que el G20 regule las criptomonedas.
A este respecto, el consumo energético de criptomonedas como Bitcoin presenta un verdadero problema medioambiental. Su red de mineria consume tanta energía al día en procesamiento informático como algunos países. Según Digieconomist, su pico ha sido de 36 teravatios/hora, suficiente energía para satisfacer a 3,3 millones de hogares y situar al bitcoin en el puesto 59 de consumo energético por estados si fuese un país; por encima de Colombia, Bulgaria e Israel.