Los bosques europeos crecen a un ritmo de unos 360 millones de metros cúbicos anuales, aunque sólo dos terceras partes de este crecimiento están siendo explotadas. Dado que los bosques son fundamentales para el equilibrio energético mundial, su papel esencial en la lucha contra el cambio climático.
“Los bosques cubren el 44 por ciento de la superficie terrestre de Europa y continúan expandiéndose. Si queremos aprovechar al máximo los múltiples recursos que ofrecen, la colaboración entre el sector forestal y los sectores relacionados es crucial”, afirmó Jan Heino, Director General Adjunto de la FAO para Bosques.
Árboles como almacén de carbono
Durante su crecimiento los árboles absorben y almacenan dióxido de carbono, contribuyendo de esta forma a atenuar el cambio climático. El carbono se almacena en la biomasa forestal, en los troncos, ramas, follaje y raíces de los árboles, al igual que en el suelo. En un bosque bien gestionado, el almacenamiento de carbono no se detiene nunca ya que los árboles nuevos sustituyen a los que se cortan. Incluso después de la tala, los productos madereros siguen almacenando carbono.
En los últimos 15 años, el área forestal en Europa ha aumentado en 13 millones de hectáreas, el equivalente a la extensión de Grecia.
Fuente de energía
La madera se utiliza todavía ampliamente como fuente de energía renovable. En sí misma, la producción de madera requiere menos energía y emite menos CO2 que la producción de cualquier otro material de construcción de los que se utilizan habitualmente. Utilizar más madera en lugar de hormigón, plástico y acero ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.