El vehículo eléctrico ya está aquí y en muchas variedades. Cuál o cuáles de ellas serán las que perduren está por ver, pero el sector se encuentra en efervescencia. Desde hace unos días Suecia dispone de un tramo de carretera scalextric, una ruta electrificada de forma similar a la del popular juego, por la que automóviles y camiones podrán circular mientras recargan sus baterías. ¿Será este el futuro?
El tramo de carretera es experimental, mide dos kilómetros y forma parte de un plan gubernamental para desarrollar miles de kilómetros de vías electrificadas que comprende varios proyectos distintos de innovación. El ahora inaugurado está en una vía de 10 kilómetros cerca de la terminal de carga del aeropuerto de Arlanda (el de Estocolmo) y se utilizará para demostrar la viabilidad del transporte de mercancías a bordo de un camión eléctrico de 18 toneladas.
Las mercancías de una empresa de logística llegan por avión a Arlanda, se transportan por esta vía hasta Rosersberg (a 10 kilómetros), donde se procesan en una terminal que se surte de energía solar, y luego se cargan directamente en trenes para su distribución. Es un modelo de solución de transporte sostenible y no contaminante para el futuro, señala el consorcio eRoadArlanda, que ha puesto en marcha el proyecto.
La solución técnica aplicada no ha sido fácil de desarrollar y se basa en tecnología conductiva. Mientras que los tranvías y trenes eléctricos se surten de electricidad a través de pantógrafos que la toman de cables aéreos (un polo eléctrico) y la devuelven por los raíles (el otro polo eléctrico), en este caso los raíles (juntos en paralelo y encastrados en el asfalto) actúan como un enchufe, con los dos polos en el suelo, lo que podría dar lugar a cortocircuitos o descargas.
Es un sistema similar al que utilizan los trenes de cercanías en Reino Unido, que presentan ese peligro, aunque los polos están bastante separados. Sin embargo, los raíles del sistema sueco están a cinco o seis centímetros de profundidad y son seguros, incluso con nieve y hielo. “No hay electricidad en la superficie”, asegura Hans Sall, director del consorcio. El voltaje máximo en la superficie en cualquier condición meteorológica es solo de un voltio, dice.
En cuanto al precio, el sistema cuesta alrededor de un millón de euros por kilómetro, que se calcula que es 50 veces más barato que hacer una línea de tranvía. Si se tienen en cuenta todos los factores implicados en una economía sostenible o circular, como el coste de la gasolina frente al de la electricidad obtenida de forma limpia, los cálculos se complican, pero el consorcio trabaja con la idea de que una carretera electrificada se amortizaría en solo tres años. Entre las ventajas del sistema están que se puede utilizar la infraestructura ya existente, que las obras para instalar los raíles duran poco tiempo y que las baterías de los vehículos eléctricos podrían ser más pequeñas si se pueden ir recargando mientras circulan.
Recoger la electricidad del suelo implica que el vehículo lleve un brazo móvil en su parte inferior. El brazo detecta la situación de los raíles y desciende sobre estos mientras el vehículo esté encima. Los raíles están conectados a la red eléctrica y funcionan también de forma automática, divididos en secciones para mayor seguridad. Cuando un vehículo se mueve encima de ellos la corriente está conectada. En cuanto el vehículo se para, se desconecta. Además, el sistema calcula el consumo de cada vehículo, que identifica para luego cargarlo a su cuenta.