Un avión de investigación de la NASA, en misión desde 2016, ha encontrado niveles sorprendentes de contaminantes en el aire sobre los océanos Pacífico, Atlántico y Ártico. Cabe destacar un persistente manto de humo y polvo en el Atlántico tropical. La misión ha tomado muestras de más de 400 gases diferentes y una amplia gama de partículas en el aire en expediciones de un mes desde Alaska hasta Nueva Zelanda y luego a Sudamérica, subiendo después por el Atlántico hasta Groenlandia, y culminando a través del Océano Ártico.
Lejos de la tierra firme, la atmósfera sobre el océano es donde se encuentra el aire más limpio del planeta, al menos en teoría. En el transcurso de tres despliegues, y con su cuarta y última expedición prevista desde finales de abril, el equipo ha encontrado niveles sorprendentes de contaminantes sobre los océanos Pacífico, Atlántico y Ártico. "Es asombroso ver tanta contaminación en medio del océano, tan lejos de las regiones de origen", asegura el principal investigador de la denominada misión ATom, Steve Wofsy, de la Universidad de Harvard, recordando su vuelo al centro del Atlántico y su parada en la Isla Ascensión a mitad de camino, entre África y América del Sur, justo al sur del ecuador.
Manto de humo y polvo sobre el atlántico tropical
"Cuando descendimos la primera vez, nos quedamos atónitos de encontrarnos en una espesa neblina de humo y polvo que se originó en África, a miles de kilómetros al este. La neblina tenía un color marrón amarillento poco atractivo y era tan gruesa que no podíamos ver el océano. Todos los cientos de sustancias químicas contaminantes que medimos tenían cantidades muy altas. En cada visita posterior a esa primera, hemos encontrado un manto similar que se extiende por miles de kilómetros, abarcando todo el océano Atlántico tropical", señala en un comunicado.
Los modelos de computadora que simulan el movimiento de los principales gases como el monóxido de carbono, creados por la combustión incompleta de los incendios, son una de las herramientas utilizadas por el equipo de ATom para tener una idea de lo que podrían ver en cada tramo de su vuelo. También es una de las herramientas que están evaluando. "Una de las mejores cosas de ATom es mostrar lo bien que funciona el modelo en general", dice el científico jefe Paul Newman, de Ciencias de la Tierra en el Goddard Space Flight Center de la NASA en Greenbelt, Maryland.
El modelo combina pronósticos meteorológicos con química atmosférica conocida para indicarles dónde y cuándo una columna de contaminación se cruza con la trayectoria de vuelo. "Pero pierde un montón de detalles -explica-. Te está dando una idea de dónde viene el material, y eso te permite refinar tu ciencia. Así que no estamos descubriendo tierras inexploradas, pero es como, tengo una mapa de Iowa, y conduciré por ahí, y ese mapa es probablemente, dependiendo de la antigüedad, correcto al 95%. Es ese 5% incorrecto lo que es interesante".
Una de esas desviaciones interesantes ocurrió en el Ártico, según el científico atmosférico y investigador del equipo ATom Róisín Commane en la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York. "Una de las mayores columnas de contaminación que hemos visto no fue pronosticada por los modelos, que vinieron de los incendios en Siberia. Por lo tanto, ATom nos ha dado una instantánea de lo que podríamos estar perdiendo", apunta.