Acabamos de conocer el informe de la Comisión de Expertos de Transición Energética: Análisis y propuestas para la descarbonización, y asumen que las renovables “podrían suministrar la práctica totalidad de la generación eléctrica” esto es algo que nadie discute, la cuestión es cómo y cuándo lo queremos alcanzar. La población lo tiene claro, un 62% apoyaría el cierre de carbón y un 72% el cierre ordenado nuclear según una encuesta que fue publicada en diciembre del año pasado y, ante esta situación, había que preguntarse si esto era posible hacerlo manteniendo la seguridad del suministro.
Por ello en Greenpeace nos adelantamos a la publicación del informe de los expertos y encargamos un estudio al Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de la Universidad de Comillas de Madrid y ¡bingo! demostramos que es viable en 2025 cerrar todas las nucleares y las térmicas de carbón. La seguridad de suministro está totalmente garantizada, porque el análisis se ha realizado (con todos los parámetros de seguridad) y en base al peor caso de sequía extrema y poco viento de la serie histórica, de manera que el Señor Ministro de Energía y todas nosotras podemos estar tranquilas de que no le fallará la luz a nadie y nunca.
Pero claro un sistema sin riesgos nucleares, sin contaminantes, nos va a costar muy caro seguramente, ¡pues no! la diferencia del coste total de un escenario sin carbón ni nuclear con un crecimiento de la demanda eléctrica contenido y alto porcentaje de renovables frente otro que mantenga ambas es de 1.181 millones de euros, y si sólo mantenemos las nucleares la diferencia es de 1.116 millones de euros, pero si dejamos ambas y la demanda aumenta y las renovables sólo alcanzan los objetivos legalmente obligatorios la diferencia casi desaparece es de apenas 186 millones de euros.
Esta diferencia de costes no es en ningún caso determinante cuando se ponen en la balanza los pros y los contras del sistema eléctrico sin carbón ni nucleares en los próximos 8 años. Es más, este mismo sistema, pero considerando los valores promedio de eólica e hidráulica que son los que realmente tendremos y no los extremos, tiene menor coste de operación y menos de la mitad de las emisiones.
En general todos los escenarios que hemos estudiado tienen costes semejantes con y sin centrales nucleares y de carbón, a mayor eficiencia menores costes en todos los casos, a más renovables menores costes de operación, a mayores inversiones en renovables más empleo. Por lo tanto mantener el carbón y las nucleares no tiene sentido, y nosotros publicamos los números que lo demuestran en el estudio “Estudio técnico de viabilidad de escenarios de generación eléctrica en el medio plazo en España”. Y aún hay más, también hemos visto que pasaría si aplicamos medidas de flexibilidad, el sistema en la actualidad carece de esta flexibilidad porque está dominado por una generación inflexible y por una demanda con pocas posibilidades de hacerlo.
El informe de Greenpeace valora un aumento de la capacidad de interconexión o del bombeo hidráulico, y también se ha evaluado el efecto de la carga inteligente de los vehículos eléctricos o de la activación de la demanda, y aunque el análisis es individualizado y no permite ver el efecto agregado de todas ellas, sin duda este análisis nos da una idea de su potencial, por ejemplo la carga inteligente del 100% de los vehículos eléctricos (medio millón de vehículos), o la gestión activa de la demanda en unos 13.000 MW diarios han permitido flexibilizar el sistema de forma suficiente, como para que no fuera necesaria ninguna inversión adicional.
Evidentemente, ambas opciones presentan retos novedosos para su consecución, pero no deben dejar de ser consideradas de ninguna de las maneras. Una de las posibilidades menos complejas, en el caso de la gestión activa de la demanda, seguramente pasaría por recurrir a la demanda industrial, por el volumen necesario. Todo esto se debería tener en cuenta el la elaboración de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, así como las demandas de la ciudadanía y la perspectiva de género en todo el desarrollo de la ley.
El cumplimiento en España del Acuerdo de París es moral y legalmente obligatorio, y conlleva la transformación del sistema energético actual en un sistema inteligente, eficiente y 100% renovable, que pasa por un plan de cierre de las energías sucias y su sustitución por renovables, y no la cadena perpetua al carbón y a los residuos nucleares que quiere imponer por ley el Gobierno.