La fauna estudiada más antigua de roedores que habitaron la península ibérica hace entre doce y cinco millones de años se tuvo que desplazar progresivamente hacia el norte en busca de ambientes húmedos para sobrevivir al enfriamiento y a la aridez provocados por el cambio climático, según una investigación liderada por la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Los resultados de este estudio, publicados en la revista Scientific Reports, filial de Nature, permiten conocer el impacto de los cambios climáticos en la biodiversidad del pasado a partir del análisis de las modificaciones de faunas con diferentes características ecológicas.
El trabajo se centra en el estudio de faunas de roedores que habitaron la península ibérica entre los doce y cinco millones de años, un intervalo temporal climática y ambientalmente muy interesante, ya que se encuentra enmarcado en un contexto de enfriamiento e incremento de la aridez a escala global. Esto transformó totalmente el paisaje del suroeste europeo haciéndolo cada vez más árido.
“Para la elaboración de este estudio, se ha recopilado información de todas las especies presentes en yacimientos de la península ibérica y sur de Francia, lo cual posibilitó evaluar estadísticamente cómo se agrupaban las comunidades de roedores en función de su afinidad ecológica. El estudio de cómo evolucionaron estas agrupaciones en el tiempo nos permitió determinar cómo respondieron a los cambios climáticos ocurridos entonces”, comenta Fernando Blanco, investigador del Departamento de Geodinámica, Estratigrafía y Paleontología de la UCM.
A partir de este trabajo, se ha podido constatar la influencia de dos marcados eventos ambientales durante esta época: la crisis del Vallesiense, hace unos diez millones de años y, sobre todo, la crisis del Messiniense, hace unos seis millones de años, durante la que se llegó a secar por completo el Mar Mediterráneo.
Un grupo con información valiosa
Durante todo el intervalo temporal analizado, los cambios climáticos provocaron cambios en la diversidad y distribución de las distintas comunidades de roedores. “Uno de los principales descubrimientos del trabajo es que las faunas más antiguas, propias de ambientes que iban desapareciendo a causa del cambio global, eran progresivamente desplazadas hacia el norte, sobreviviendo temporalmente en refugios con características ambientales más húmedas, especialmente en Cataluña y el sur de Francia”, añade Manuel Hernández Fernández, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y coordinador del estudio.
En este contexto, los roedores son un grupo de animales que aportan valiosa información, debido a su amplia distribución geográfica, diversidad y sensibilidad a cambios ambientales, lo que unido a su amplio registro fósil hace de ellos un grupo idóneo para llevar a cabo estudios paleoecológicos.
“En el caso de la Península Ibérica, disponemos de cientos de yacimientos ricos en fósiles de este grupo que podemos estudiar” explica Blanco. Ana Rosa Gómez Cano, investigadora del Institut Català de Paleontologia y coautora del trabajo añade que, partiendo de esta base, se pueden “realizar estudios de gran resolución para analizar la influencia de los cambios climáticos del pasado sobre asociaciones de faunas extintas”.