Un nuevo análisis llevado a cabo a partir de datos recogidos por orbitadores lunares ha encontrado evidencias de que el agua de la Luna está ampliamente distribuida por toda su superficie -y no confinada en una región o tipo de terreno en concreto-. El agua parece estar presente tanto durante el día como durante la noche, aunque eso no implica que se pueda acceder a ella con facilidad.
“Hemos detectado que no importa a qué hora del día nos fijemos en ella ni en qué latitud, la señal que indica la presencia de agua parece estar presente siempre”, explica Joshua Bandfield, autor principal de este nuevo estudio publicado en la revista Nature Geoscience e investigador principal del Space Science Institute, con sede en Boulder, en el estado de Colorado (Estados Unidos). “No parece que la presencia de agua dependa de la composición de la superficie, y el agua permanece inmóvil”, continúa Bandfield.
Agua en las latitudes polares de la Luna
Estos resultados vienen a contradecir estudios que se han hecho con anterioridad y que sugerían que se detectaba más agua en las latitudes polares de la Luna y que la fuerza de la señal de agua aumentaba y disminuía de acuerdo con el día lunar (que dura 29,5 días terrestres). Teniendo en cuenta esto, algunos científicos propusieron que las moléculas de agua pueden migrar, a través de la superficie lunar, hacia las trampas frías de los cráteres cercanos a los polos, áreas permanentemente heladas, y que allí se encontraría confinada el agua.
Estas trampas frías son áreas que se encuentran en sombra permanente, ya que no reciben luz directa del Sol, y las temperaturas se mantienen por debajo de los 163 grados, de manera que el vapor de agua y otros volátiles que entran en contacto con la superficie permanecen estables durante periodos muy prolongados, de hasta varios miles de millones de años.
El OH, menos interesante que el H20
El nuevo hallazgo de agua generalizada y relativamente inmóvil sugiere que podría estar presente sobre todo como OH (grupo hidroxilo), formado por un átomo de oxígeno y otro de hidrógeno, que es más reactivo que el H2O, compuesto por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. El OH es menos interesante que el agua ya que el primero tiene que ser extraído de los minerales para poder utilizarlo. Los científicos aún tienen que dirimir si lo que hay en la Luna es agua, hidroxilo o se trata de una mezcla de ambos.
También se desconoce de dónde proviene. Hay teorías que señalan que puede proceder de asteroides que impactaron con el satélite natural hace unos 4.500 millones de años o una consecuencia del viento solar que golpea la superficie lunar, aunque estos investigadores no descartan que pudiera provenir de la propia Luna, liberada lentamente desde el interior de los minerales donde ha estado encerrada desde que se formó el satélite.
Este hallazgo podría ayudar a los investigadores a comprender el origen del agua de la Luna y lo fácil o no que sería utilizarla como recurso. Si la Luna cuenta con suficiente agua, y si es razonablemente sencillo acceder a ella, los futuros exploradores podrían emplearla como agua potable o convertirla en hidrógeno y oxígeno para el combustible de los cohetes o incluso en oxígeno para respirar.