No solo las casas construidas de forma pasiva, con su instalación de placas solares o complejos sistemas de eficiencia energética, tienen la exclusiva para ser casas sostenibles, ecológicas, sanas. La ubicación, la estructura y el entorno son un buen punto de partida, pero a veces no se puede elegir.
Tener una casa más ecológica y menos tóxica depende de la forma de consumir y vivir, hacia un modelo más circular. «Son tus hábitos los que marcan que eres realmente sostenible», apunta Victoria de Pereda, responsable del departamento de sostenibilidad del Instituto Europeo de Diseño (IED). Este es un primer punto de partida y estos 15 consejos para hacer posible el cambio de relación con nuestro entorno:
Vive con menos
Es una de las claves de la ecología y del consumo responsable. Pero no como etiqueta o moda. «Es preocupante tomarlo como una tendencia», explica Alba Sueiro, autora del blog Una vida simple.
«El minimalismo no es tirar lo que tienes. Es no comprar más de lo que necesitas aplicado a todo: a las lentejas, a los muebles y a la ropa. El ritmo del planeta no aguanta nuestro consumo. Hay que consumir menos y reutilizar… No necesitas tantas cosas que luego, además, has de limpiar. Dale más valor a tu tiempo».
Repiensa tu despensa
Victoria de Pereda recomienda comprar en cooperativas, a proveedores conocidos, a granel y producto de proximidad. «Si viene de lejos no lo compres, ten en cuenta la huella de carbono del transporte de las frutas. Consume fresco, ecológico y de temporada». Denuncia el abuso del consumo de proteína animal y productos procesados.
«Si queremos contribuir a la sostenibilidad no podemos comer todos los días proteína láctea y además carne y pescado». En supermercados y restauración cada vez hay más opciones ecológicas. Coca Cola ha traído a España una línea de productos eco. Honest, ofrece cafés y tés ecológicos producidos de forma responsable, con certificación.
Para promover este tipo de consumo, Honest abrió entre el 29 de junio y 1 de julio en el centro de Madrid The Honest House, un espacio realizado con materiales reciclados y reutilizables (como el nido de abeja) que recrea el ambiente de una casa ecológica, con huerto propio incluido.
Y con actividades relacionadas con este mundo, como talleres de moda ecológica con los que aprender qué tejidos se pueden utilizar para transformar nuestro hogar en ecofriendly. The Honest House trató de acercar a su público a estas tendencias, que respetan el medio ambiente y el cuerpo, con clases de cocina y repostería orgánica o charlas para introducir los alimentos ecológicos en la dieta de los niños.
Cámbiate al vidrio para guardar y calentar tu comida
«Nunca calientes en plástico un alimento ni metas comida recién cocinada», recuerda la autora del libro Vivir sin tóxicos (RBA, 2017), Elisabet Valverde, bióloga y experta en bioconstrucción.
Lo recomendable es usar vidrio (no cristal), un material que tiene un ciclo de vida y reciclaje casi eterno. Usa botellas, tarros, tápers para guardar tu comida y las sobras. Y no rellenes botellas de plástico, por muy bonitas que sean. La profesora del IED recomienda el vidrio y el acero inoxidable, filtrar agua antes de comprarla embotellada y no dejar los envases al sol.
Un huerto en el balcón
La responsable del departamento de sostenibilidad del IED recomienda cultivar en el huerto «solo plantas que se vayan a consumir cotidianamente, pues en ciudades como Madrid pueden llenarse de pulgones y bichos».
Para los que quieran un huerto pero no tengan espacio hay soluciones originales y ecológicas como los huertos verticales e hidropónicos (sin tierra, con luz y agua) que permiten cultivar plantas aromáticas, frutas y flores.
Conciénciate sobre el desperdicio alimentario
El mejor truco para no tirar comida es elaborar una lista de la compra consciente para no comprar de más. Pero en el drama de desperdicio también influye que los supermercados desechan cultivos que no cumplen los estándares de belleza. Hay marcas que envasan recetas hechas con estos productos y proyectos como Too Good To Go que «rescata comida» en restaurantes y mercados y les invita a venderla más barata.
Oriol Reull, de TGTG, recomienda revisar, donar, congelar o compostar y mejorar la información del etiquetado. «La gente tira según la fecha del ‘consumir preferiblemente antes de…». AEOC (la asociación de empresas de gran consumo) celebra en septiembre la primera ‘Semana sobre el desperdicio alimentario’ y han abierto un concurso de ideas.
Si quieres saber el color de moda, mira los ríos de la India
«Lo que está en contacto con la piel debe ser de mejor calidad», defiende Gema Gómez, directora de la consultora Slow Fashion Next. Apuesta por fibras sanas, sostenibles y naturales, como el lino, cáñamo, algodón orgánico desde la ropa interior, toallas o cojines al colchón (de látex).
«Cuidado con el antimonio en poliéster y prendas negras y el cromo en el verde, azul y marrón», asegura Elisabet Silvestre, también autora de Tu casa sin tóxicos. Además del contaminante proceso de tintado (el agua va a los ríos), la ropa es una de las cosas con peor reciclado, entre otros, porque está hecha de fibras cortas y mezcladas.
Un armario solo con lo que te pones
Toca hacer un ejercicio de responsabilidad a la hora de comprar. Reparar en dónde se manufacturó, en las fibras y en los tóxicos. «No es cuestión de tirar ropa sino de darle una nueva vida: reparar, vender o intercambiar», cuenta la autora de Una vida simple. Muchas tiendas recogen ropa y hay contenedores de Koopera-Cáritas (que también recicla). Varias firmas organizan talleres para reparar y rediseñar la ropa.
Del champú a la crema facial de noche, todo ecológico (y a poder ser vegano)
Muchos productos de cuidado dejan residuos en nuestro organismo y en la tierra. Además de conocer el origen y composición de cremas y geles hay que estar pendientes de sus etiquetas (bio, ecológico, no probado en animales, vegano…). Un gran ejercicio de ecología es no usar envases.
Hay champú y jabón en pastilla, y en el caso de preferir líquidos, es mejor comprarlos a granel; usar un cepillo de dientes reciclable o de fibras naturales. Otro drama es el de las toallitas íntimas: no son biodegradables. Si se descarta el bidet como alternativa, hay que tirarlas al contenedor de residuos inorgánicos (y nunca, jamás, a la naturaleza).
A veces limpiar es más tóxico que no hacerlo…
Usar productos ecológicos es importante porque de las superficies tratadas se evapora el agua y queda el químico. Además de ventilar, De Pereda pide que se recuerde que lo que desechas por aire y desagües va a los acuíferos y al mar. Tampoco son buenos muchos ambientadores. «Limpiamos ensuciando porque introducimos sustancias tóxicas por el uso de productos y estamos expuestos a ellos todo el tiempo«, añade Elisabet Silvestre.
Las plantas limpian el aire que respiras
La misión Skylab de la NASA puso en valor en 1973 el papel de las plantas para limpiar la atmósfera de químicos. Es el guante que ha cogido el proyecto de bioconstrucción IntGarden.
«Medimos los componentes perjudiciales del aire y diagnosticamos cuántas y qué plantas pueden ayudar a purificar el espacio», explica Nuria Gil, cofundadora. La solución suele ser poner macetas en el suelo, colgadas o en forma de jardín vertical. «Filtran sustancias del aire con sus hojas, tierra y raíces«. Para limpiar nuestra casa Gil recomienda plantas de hoja verde como potos, arecas, drácenas, sansevierias, anturios, espatifilos y ficus.
Más madera sí, pero sin barnices
Gran parte de los utensilios que usamos en la cocina son de plástico; la madera es un elemento más resistente y natural. Pero, ojo, muchos de los barnices que se utilizan sobre ella son tóxicos.
El de la madera con frecuencia se obtiene de fuentes que no son ni sostenibles ni éticas. Un hogar ecológico se preocupará de conocer de dónde viene este material y qué certificaciones tiene. Por ejemplo la PEFC, procedente de bosques gestionados de forma responsable.
Medir mejor el gasto de agua
«Todavía nos falta conciencia en el uso del agua», apunta la profesora del IED, que pide poner lavaplatos y lavadora a máxima carga, con programa eco, y comprar electrodomésticos de certificación A+ o A+++.
Óscar del Río, director general de Knauf Insulation, expertos en construcción biopasiva, comparte varias recomendaciones: «Usar dos recipientes para enjuagar y aclarar, colocar un aireador en el grifo para tener más sensación de caudal, sin desperdiciarlo. Mejor duchas que baños, y con los dientes, abrir la llave solo para aclararse».
Controlar la energía y que esta sea limpia
Además de que minimizar los campos eléctricos en los dormitorios, otras recomendaciones energéticas de Del Río son: cambiar las bombillas por led, no dejar cargadores enchufados ni encendido el piloto de los electrodomésticos.
Los radiadores, bajo las ventanas; bajar persianas para mantener el ambiente fresco en verano y cálido en invierno «entre 25º y 21º». Y sellar los ventanales, «por donde más temperatura se pierde». Es muy importante que una casa ecológica se asegure de que su energía es verde. En España cada vez hay más cooperativas con suministro limpio, como Som Energia o Nosa Enerxia.
Guerrilla contra la obsolescencia programada: repara tus cosas
Siempre ha existido pero desde hace algunos años la obsolescencia programada (la fecha de caducidad de los aparatos) es descarada. Cada vez se arreglan menos cosas porque la calidad de sus componentes es más baja y pueden romperse, porque los artefactos no se pueden abrir y las reparaciones son más costosas que el coste de comprar un electrodoméstico nuevo.
Infórmate si en tu ciudad hay algún repair café (un grupo de personas que se juntan para arreglar cosas rotas) o anímate a montar uno en tu barrio. «Vincúlate a tus objetos, te han dado un servicio, no los consideres baratos y fáciles de desechar. Si no los quieres, dónalos, véndelos o llévalos a un punto de reciclaje», cuenta De Pereda.
La trazabilidad, clave para ser ecológico (y sostenible)
Este punto es el más importante. «Lee las etiquetas de lo que consumes. El etiquetado ha de ser de fiar, pero toca demostrar de dónde viene, cómo ha sido hecho y su impacto cuando te quieras deshacer de él». Existen etiquetas para asegurar que los animales no han sido maltratados (i, vegano).
«Muchas veces las plumas para relleno son arrancadas del animal siendo pequeño y estando vivo, hay otra etiqueta sobre esto que es Responsible Down«, repasa Gema Gómez. «Está también GOTS que certifica toda la trazabilidad de la prenda. OEKO-TEX 100 contempla la salud para el consumidor aunque no su responsabilidad medioambiental».
Fuente: EL PAÍS / BELÉN KAYSER,
Artículo de referencia: https://elpais.com/elpais/2018/09/13/buenavida/1536817884_327765.html,