Walter White, el protagonista de la célebre serie «Breaking Bad» ique interpreta Bryan Cranston, es un profesor de química que tiene cáncer de pulmón y decide embarcarse en el tormentoso comercio ilegal de las drogas. En el primer episodio de la segunda temporada el protagonista, junto con su compañero Jesse Pinkman (Aaron Paul), sintetizan ricina que colocan sobre la anfetamina destinada a un violento narcotraficante, llamado Tuco Salamanca, del que desean deshacerse.
Los guionistas estuvieron muy acertados en la elección de esta ponzoña. La ricina es extremadamente tóxica: se calcula que son necesarios menos de dos milígramos para matar a un adulto sano.
Este veneno se extrae de la semilla del ricino (Ricinus communis), una planta ornamental muy común en el mundo occidental y su acción tóxica se debe a que afecta a las células bloqueando parte de su actividad.
La ricina es un polvo blanco, inodoro e insípido, que pertenece a un grupo de proteínas denominadas inactivadoras de los ribosomas (RIP), y que como su nombre indica, se unen a lo ribosomas de las células, paralizando la síntesis de las proteínas.
Un veneno que no deja huellas
La ricina se incluye en los programas de armamento químico y biológico ya que tiene un periodo de latencia de varias horas, sintomatología muy poco específica y la inexistencia de antídotos.
El envenenamiento por ricina –bien por ingestión, inhalación o inyección- puede producirse entre las 36 y 48 horas después de la exposición. Si se inhala los síntomas aparecen hacia las ocho horas, las vías aéreas se inflaman, los pulmones acumulan líquido y cada vez es más difícil respirar.
En el caso de que el envenenamiento fuera por ingesta, los síntomas se harían evidentes en las primeras 6 horas y el afectado sufriría una hemorragia interna, bien en los intestinos o en el estómago, que provocaría diarrea y vómitos con sangre. Poco a poco el hígado y los riñones dejarían de funcionar correctamente hasta que se produciría el fallecimiento.
A todos estos «atractivos bioterroristas» hay que añadir que es bastante fácil de pasar por alto en una autopsia -asesina sin dejar huella- y que no disponemos de ningún antídoto efectivo en este momento.
La realidad supera a la ficción
Durante la Primera Guerra Mundial se inició el desarrollo de la ricina como arma química, si bien la contienda finalizó antes de que pudiera ser utilizada.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos diseñó bombas de racimo con ricina, pero después de un estudio preliminar los militares al mando llegaron a la conclusión de que no era tan letal como esperaban y, además, su fabricación era mucho más onerosa que el fosgeno, un gas venenoso, por lo que el proyecto quedó arrinconado en un cajón.
No tuvo igual suerte el escritor y disidente búlgaro Georgi Markov. En septiembre de 1978 los servicios secretos de su país le dispararon a una de sus piernas con un perdigón lleno de ricina, con la punta de un paraguas que escondía una pistola de aire comprimido.
A pesar de que inicialmente Markow tenía síntomas fútiles, acabó falleciendo tres días después en un hospital londinense, sin que los médicos pudieran hacer nada para salvar su vida.
Fuente: ABC / Pedro Gargantilla,
Artículo de referencia: https://www.abc.es/ciencia/abci-letal-veneno-encuentra-sin-esfuerzo-jardines-y-parques-201812240151_noticia.html,